Carlos Fernando Galán, recién elegido alcalde de Bogotá, se tomó en mayo de 2023 una foto para la posteridad junto a Ariel Palitz, la alcaldesa nocturna de Nueva York. En Twitter escribió entonces: “Queremos que Bogotá avance hacia una ciudad 24 horas (…) con una promesa nutrida de transporte, espacio público embellecido y una cultura ciudadana que le apunte a perder el miedo a la noche, es una apuesta clave para impulsar la reactivación económica en Bogotá”. Un año y tres meses después, con el Decreto 293 de 2025, esa promesa se convirtió en letra muerta. La Bogotá 24 horas quedó reducida a un eslogan de campaña, traicionado por el propio alcalde que la enarboló.
El decreto recorta abruptamente los horarios de bares y discotecas, imponiendo un cierre a las 3 a. m. sin evidencias sólidas, sin diálogo con el sector y sin un solo estudio serio que lo respalde. La medida golpea de lleno la economía nocturna y desconoce los avances logrados durante más de una década, cuando se empezó a gestar una ciudad más despierta y vibrante.
Peor aún, el retroceso se decretó a espaldas de la ciudadanía: no se publicó un borrador, no se permitió la participación de los actores involucrados y se violó el principio de deliberación que exige la ley. Todo parece más una jugada improvisada para mostrar que “se hace algo” por la seguridad que una política pública seria.
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