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Canadá es líder mundial en gestión forestal sostenible. La tasa de deforestación se mantiene cerca de cero, los incendios forestales han disminuido durante décadas (a pesar de las recientes tragedias) y los miles de millones de árboles que salpican nuestro paisaje absorben grandes cantidades de dióxido de carbono de la atmósfera. Todos estos son puntos de celebración, pero eso pasa desapercibido para muchos que afirman defender puntos de vista ambientales.

Barry Saxifrage, columnista de carbono visual de Observatorio Nacional de Canadár (CNO), tiene una visión mucho más cruda: “Nuestros bosques han llegado a un punto de inflexión”, declaró el 21 de agosto. Radiante con coloridos gráficos y jerga científica, su artículo alega que debido a “décadas de crecientes” emisiones madereras, “los bosques gestionados de Canadá son una gigantesca bomba de carbono”.

Esta es una imagen impresionante que nos llama a la acción, pero simplemente no es cierta.

Esas afirmaciones fueron recirculadas para una audiencia estadounidense por New York Timescolaborador David Wallace-Wells con el titular drástico, “Los bosques ya no son nuestros amigos climáticos”.

El problema con ambos artículos, además de su fatalismo climático, es que se basan en gran medida en investigaciones cuestionables publicadas el año pasado por el Consejo de Defensa de los Recursos Naturales (NRDC), un grupo activista estadounidense que ha criticado habitualmente la actividad forestal canadiense durante años.

Nosotros completamente desacreditado ese informe en el Espectador de Hamilton en respuesta, pero la corriente principal ha decidido que las afirmaciones se ajustan lo suficiente como para mantenerse.

Saxifrage y Wallace-Wells expresan preocupaciones válidas sobre el cambio climático y los incendios forestales, que creo que todos compartimos. Pero sus afirmaciones específicas contradicen un amplio consenso científico y dejan a los lectores con la falsa impresión de que nuestros bosques gestionados nos han encaminado hacia el armagedón climático. 

Ambos artículos están plagados de errores analíticos, omisiones fácticas clave y otras distorsiones que claramente pretenden impulsar una agenda centrada más en la política que en las soluciones climáticas.

(Mal) conteo de las emisiones de carbono

Para dar un rápido desglose, los bosques gestionados de Canadá “eliminan carbono de la atmósfera a medida que crecen... y lo emiten cuando mueren, se descomponen o se queman”. explica Recursos Naturales de Canadá (NRCan).

Una variedad de actividades humanas y naturales afectan este equilibrio. La tala emite CO2; replantar árboles lo elimina de la atmósfera. Las perturbaciones naturales (por ejemplo, los incendios forestales) emiten dióxido de carbono, mientras que la regeneración natural de los árboles elimina el carbono. La actividad humana en los bosques gestionados, como la quema de talas, la extinción de incendios y el control de insectos, también afecta la capacidad de los bosques para eliminar carbono de la atmósfera. Esto está muy bien estudiado por un amplio espectro de académicos.

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