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Una de las preguntas que me han hecho a lo largo de los años que he trabajado en Consumer Choice Center es qué significa precisamente defender la elección del consumidor: la base sobre la que se construye. Se podría decir que la clave está en el nombre, pero la elección del consumidor conlleva una serie de requisitos previos que requieren una economía de mercado que funcione.

En pocas palabras, la elección del consumidor describe la idea de que los consumidores deberían poder elegir libremente comprar un producto o servicio o no comprarlo, basándose únicamente en su propio juicio y en función de los deseos y necesidades que ellos mismos se propongan. Las regulaciones gubernamentales en todo el mundo niegan muchos aspectos de este principio.

Por ejemplo, existen regulaciones que obligan a comprar ciertos servicios, como seguros, aunque podría sentirse más cómodo autoasegurándose o comprando el servicio mediante suscripción.

Por otro lado, el gobierno también tiene una lista de productos y servicios que no puedes comprar e incluso establece reglas sobre el momento y el lugar durante el cual puedes comprarlos. Ejemplos de esto son las restricciones en los horarios de venta de alcohol, las prohibiciones de productos de vapeo o regulaciones como la Ley de Cumplimiento Fiscal de Cuentas Extranjeras (FATCA) que hacen imposible que muchos expatriados estadounidenses accedan a cuentas bancarias en el extranjero.

El enemigo de la elección del consumidor suele ser la regulación gubernamental, pero eso no significa que todos los medios regulatorios sean automáticamente contrarios a la elección del consumidor. Las sustancias que puedan ser perjudiciales para los menores deben ser inaccesibles para ellos. Además, en casos de promesas fraudulentas por parte de los productores o de daños causados por productos defectuosos, los consumidores deberían poder buscar reparación ante los tribunales.

Una crítica común a estos principios es que, aunque existe un mercado abierto, los consumidores no tienen acceso a una variedad de proveedores de servicios. Esto a menudo se debe a una mala comprensión de las reglas que rigen actualmente el mercado. En el mercado de seguros de salud o en el sector bancario, la ausencia de un número suficiente de proveedores de servicios se debe a fuertes barreras de entrada al mercado que impiden a los empresarios acceder al mercado.

O pensemos en los viajes compartidos: si bien Uber o Lyft perturbaron el mercado de los taxis, lamentablemente estamos volviendo a caer en la trampa de los lobbys de taxis en aquellas ciudades que intentan regular agresivamente la economía colaborativa. El malentendido no reside necesariamente en la influencia del gobierno sobre la apertura del mercado, sino también en lo que constituye una concentración excesiva del mercado.

Tomemos el ejemplo de Amazon, actualmente objetivo de la FTC porque presumiblemente consolida y ofrece demasiados productos y servicios diferentes a través de su paquete Amazon Prime. A pesar de sus éxitos, Amazon está lejos de representar un monopolio en el mercado: el negocio de comercio electrónico de Amazon representa menos de 40% de la cuota de mercado del comercio electrónico, y dado que el comercio electrónico sólo representa 15% de todo el comercio minorista en los Estados Unidos, convierte a Amazon en un curioso monopolista con una notable cuota de mercado de... 6%.

Necesitamos definir términos y proporcionar contexto, y asegurarnos de que se cumplan las condiciones para la elección de los consumidores: Necesitamos un mercado abierto y libre que permita a las empresas competir por los consumidores, y no al revés. Cuando el consumidor puede elegir, vemos los efectos dominó de la creatividad y la innovación.

La elección del consumidor es también el enfoque neutral y libre de prejuicios para ver los patrones de compra. Aquellos que estén dispuestos a apoyar la agricultura orgánica pueden comprar en Whole Foods y en los mercados de agricultores orgánicos, mientras que otros pueden comprar más barato (y con la misma calidad) en otras tiendas.

Aquellos que creen que el éxito empresarial y el servicio de Amazon son algo digno de admirar pueden utilizar sus servicios, mientras que aquellos que creen que representa la decadencia moral del capitalismo tardío son libres de comprar productos de segunda mano y localmente. Con la elección del consumidor, los consumidores pueden boicotear los productos porque creen que el director ejecutivo dijo algo insensible, y otros pueden comprar los productos porque respaldan las declaraciones (o los productos) realizadas.

Las empresas gastan billones de dólares en agencias de investigación de mercado, preguntas publicitarias y análisis basados en inteligencia artificial para descubrir qué quieren los consumidores, porque el único voto que cuenta para ellas es el voto de confianza del consumidor. Sin embargo, cuando el mercado se limita a unas pocas empresas y/o productos mediante la regulación, los consumidores quedan privados de ese derecho a votar.

La elección del consumidor es la única forma productiva de gobernar nuestro sistema de mercado: garantiza la individualidad y la libre expresión para todos.

Publicado originalmente aquí

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