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En el panorama en constante evolución de la salud global, no se puede subestimar la importancia de la propiedad intelectual (PI) en la innovación biotecnológica y farmacéutica. Mientras la sociedad enfrenta desafíos sin precedentes, desde el aumento de las enfermedades no transmisibles hasta los efectos de las pandemias, la innovación es primordial. Sin embargo, las tendencias recientes en los mercados emergentes, junto con los desafíos regulatorios, plantean una amenaza a la base misma de la innovación: la propiedad intelectual. El potencial innovador tanto de Europa como de la economía global se encuentra actualmente en una coyuntura crucial. Los movimientos populistas en las democracias liberales y los mercados emergentes abogan por ganancias a corto plazo, presionando para que se siga erosionando los derechos de propiedad intelectual. Si bien los avances médicos de las últimas décadas han dirigido a la sociedad en una dirección positiva, permitiendo la cura o el tratamiento de numerosas enfermedades que antes eran letales, es crucial reconocer que la ciencia aún tiene que avanzar hasta el punto de abordar las más de 10.000 enfermedades conocidas. en el mundo.

Sólo a través de innovaciones continuas puede la humanidad esperar superar estos desafíos sin comprometer el nivel de vida promedio. Por lo tanto, resulta primordial establecer un marco de políticas de innovación que fomente activamente la creatividad.

Los mercados emergentes, a menudo agobiados por impuestos, aranceles y tarifas gubernamentales más altos sobre los medicamentos, enfrentan desafíos importantes para garantizar un acceso asequible a los medicamentos esenciales. En países como Brasil o Kenia, tasas de IVA de hasta 25% y márgenes adicionales pueden generar un aumento total del precio de los medicamentos de 200-300%. Además, algunos gobiernos perturban las cadenas de suministro globales al adquirir exclusivamente medicamentos fabricados en el país.

Además, los retrasos en la aprobación de medicamentos, que oscilan entre 5 y 8 años más en comparación con los países desarrollados, impiden que los pacientes de los mercados emergentes tengan acceso oportuno a medicamentos que salvan vidas. La burocracia, la falta de infraestructura médica y la ausencia de armonización regulatoria contribuyen a estos desafíos. Para mejorar el acceso de los pacientes, los países en desarrollo podrían beneficiarse del reconocimiento de las decisiones de aprobación de medicamentos tomadas por reguladores establecidos como la FDA o la EMA, como lo ejemplifica la República de Georgia.

Dentro de la Unión Europea, también surgen desafíos a medida que los gobiernos buscan reducir los costos de adquisición de medicamentos innovadores. Fusionar los esfuerzos de compra de medicamentos y negociación de precios puede conducir a una reducción del gasto público, pero corre el riesgo de racionar medicamentos innovadores, limitando las opciones y el acceso de los pacientes. Las discusiones sobre armonización regulatoria entre la FDA y la EMA, abordadas anteriormente en las fallidas conversaciones del TTIP, necesitan una reevaluación para reconocer mutuamente las aprobaciones del mercado y garantizar la igualdad de condiciones para los pacientes en ambos lados del Atlántico.

El potencial innovador del mundo se encuentra en una encrucijada, con movimientos populistas que abogan por la erosión de los derechos de propiedad intelectual. Si bien los avances médicos han allanado el camino para el tratamiento de enfermedades que alguna vez fueron letales, persisten desafíos para abordar más de 10.000 enfermedades conocidas, alimentar a una población mundial en crecimiento y mitigar los impactos del cambio climático. La innovación, impulsada por la propiedad intelectual, es el eje para superar estos desafíos sin comprometer el nivel de vida promedio.

La propiedad intelectual es fundamental para la capacidad de una sociedad de innovar continuamente. Los ataques a los derechos de propiedad intelectual equivalen a ataques a la innovación y, en consecuencia, a los pacientes con enfermedades incurables. Los pacientes europeos merecen los beneficios de los futuros avances médicos, lo que exige que los responsables políticos respalden las políticas de innovación en lugar de defenderlas.

En el contexto del comercio global, la política comercial de la Unión Europea debe ir más allá de favorecer productos innovadores de regiones específicas y, en cambio, priorizar la protección de la propiedad intelectual a nivel mundial. Unos derechos de propiedad intelectual sólidos son indispensables para fomentar la innovación en Europa y catalizar avances científicos para curar enfermedades que siguen siendo un desafío para nosotros. Cualquier intento de socavar la propiedad intelectual dentro de la Unión Europea debilita el argumento global a favor de las patentes y obstaculiza el desarrollo de nuevos medicamentos.

Si la UE no defiende las tecnologías innovadoras, no sólo las empresas sufrirán, sino que los consumidores también se verán privados de la oportunidad de acceder a los últimos medicamentos. Europa necesita liderar la vanguardia científica apoyando políticas que fomenten la innovación. Las nuevas tecnologías, como el análisis de datos avanzado y las simulaciones bioquímicas, pueden acelerar la investigación en el sector biotecnológico, exigiendo un compromiso con la innovación por parte de los responsables políticos.

En conclusión, la importancia de la propiedad intelectual en la innovación biotecnológica y farmacéutica se extiende más allá de las fronteras nacionales. Desde los mercados emergentes que enfrentan desafíos en materia de precios hasta los Estados miembros de la UE que enfrentan dilemas en materia de adquisiciones, la propiedad intelectual sigue siendo la base de la innovación. Los formuladores de políticas deben reconocer que salvaguardar los derechos de propiedad intelectual no se trata sólo de proteger a las empresas sino también de garantizar un futuro en el que los pacientes se beneficien de descubrimientos médicos innovadores. Mientras la comunidad global enfrenta desafíos apremiantes, fomentar un marco de políticas de innovación que defienda los derechos de propiedad intelectual se convierte en una responsabilidad compartida para asegurar un futuro más brillante y saludable para todos. Dado que las posibles consecuencias de socavar la innovación son cada vez más evidentes, es imperativo que los formuladores de políticas actúen con decisión para proteger la propiedad intelectual y garantizar que los frutos de los avances médicos sean accesibles en todos los rincones del mundo.

Publicado originalmente aquí

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