EN ENERO DE 2023, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó una bomba: anunció que no había “ningún nivel seguro”1 del consumo de alcohol.
Durante los últimos cinco años, la OMS ha tratado el consumo ligero de alcohol como una grave emergencia de salud pública. Parece una prioridad sorprendente para la principal organización de salud del mundo, hasta que una lectura más cercana de sus documentos políticos revela con quién están trabajando: los grupos de templanza, que ahora han encontrado una manera de introducir políticas de abstinencia en el ámbito de la salud global.
Cómo un conflicto en la UE abrió la puerta a la abstinencia
En 2015, más de 20 organizaciones de salud pública dimitieron2 del Foro sobre Alcohol y Salud de la UE.
Este comité fue el lugar donde legisladores, representantes del alcohol y expertos en salud pública debatieron cómo reducir los daños relacionados con el alcohol en la UE, que fueron significativos:3 más de 120.000 muertes prematuras y más de 125.000 millones de euros ($135.400 millones) en costes sociales, sanitarios y delictivos.
Pero las organizaciones sanitarias se indignaron.3 por el fracaso de la UE a la hora de desarrollar una política sobre el alcohol, considerando que el Foro está fatalmente comprometido por la industria del alcohol.
“El foro ha resultado peor que inútil, un frente de relaciones públicas gratuito para la industria”, dijo en ese momento Nina Renshaw, entonces secretaria general de la Alianza Europea de Salud Pública.
El profesor Sir Ian Gilmore, presidente del grupo científico del Foro, fue igualmente mordaz y dijo que la Comisión había priorizado “los intereses de la industria del alcohol por encima de la salud pública”.
El colapso del Foro dejó un enorme vacío en la política europea sobre el alcohol. Según Ignacio Sánchez Recarte, fue entonces cuando llegó la OMS, “con lo que yo llamo ese caballo de Troya, decían que el alcohol es peligroso porque causa cáncer”.
Sánchez Recarte es el director general del Comité Europeo de Empresas Vins4 (CEEV), la voz de los productores de vino de Europa. Con sede en Bruselas, “tratamos de defender los intereses de las empresas y comerciantes vitivinícolas europeos en todos los temas que puedan afectarles”, explicó. "Uno de los grupos de trabajo que está adquiriendo cada vez más importancia en el último año es el que intenta seguir todos los ataques".
Esos ataques son cada vez más implacables.
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