Una vez que fue un ferviente oponente de los impuestos al pecado, Boris Johnson ahora ha experimentado un gran cambio de opinión. Todavía no sabemos cómo será su nueva estrategia, pero una cosa está clara: más niñeras no resolverán el problema de la obesidad en Gran Bretaña.
En abril de 2018, como parte de la estrategia de obesidad infantil del gobierno, el gobierno del Reino Unido introducido un impuesto al azúcar para reducir el consumo de azúcar. Un año después, fue Anunciado que el empaquetado neutro de patatas fritas, dulces y bebidas gaseosas también estaba en el orden del día.
A la luz de la pandemia del coronavirus y de que el exceso de peso ha sido reconocido como un factor de riesgo, la discusión sobre la obesidad y las formas de abordarla ha vuelto a ponerse en marcha. El confinamiento empeoró aún más las cosas. Casi mitad de los británicos, el 47 por ciento, ha aumentado de peso desde que comenzó el cierre en marzo.
El gobierno del Reino Unido ha estado utilizando varios tipos de intervenciones para resolver las crecientes tasas nacionales de obesidad, y aparentemente hay más en camino. Sin embargo, solo se puede lograr un cambio social sustancial a través de una asociación entre el gobierno y otros actores, como empresas, organizaciones de la sociedad civil y grupos de defensa y sistemas educativos.
Los tiempos difíciles requieren soluciones innovadoras. Para reducir la obesidad, tenemos que revisar nuestros incentivos. La longevidad y un estilo de vida saludable son una excelente motivación en sí misma, pero los incentivos monetarios pueden resultar más exitosos.
La obesidad es un problema social, por lo que combatirla requiere un enfoque multifacético. Hoy en día, las empresas se esfuerzan por mejorar el bienestar de sus empleados al proporcionar gimnasios, clases de yoga, programas de acondicionamiento físico en toda la empresa, etc.
Muchas empresas estadounidenses ahora están incentivando a sus empleados para que se vuelvan más saludables a fin de reducir los costos generales de seguro para aquellos en programas de seguros combinados. En el Reino Unido, si las empresas recibieran desgravaciones fiscales cuando sus disposiciones permiten que disminuyan las tasas de obesidad entre sus empleados, es probable que asuman la carga de resolver este problema social y de salud pública por sí mismas.
Los resultados podrían ser asombrosos siempre que se garantice la transparencia. De manera similar, el gobierno podría cooperar con el sector de TI para crear una aplicación en la que los ciudadanos puedan realizar un seguimiento de su estilo de vida, obtener recompensas por comer alimentos saludables y hacer más ejercicio en forma de reducción del impuesto sobre la renta al alcanzar hitos específicos.
Un ejemplo de tal idea es el moneda de sudor aplicación que convierte los pasos en una moneda que se puede gastar en varios bienes y servicios. El Reino Unido podría tener éxito en la solución de uno de los problemas más apremiantes del mundo si decide adoptar la innovación.
Por último, también debemos centrarnos en educar a los estudiantes sobre el consumo de azúcar y, en general, sobre la salud para garantizar que puedan tomar decisiones de consumo informadas y responsables.
La ingesta diaria de calorías en el Reino Unido también es decreciente con cada década. Es un ejercicio que a muchas personas les falta, y debemos educar a los consumidores sobre este hecho. En particular, la educación debe llamar la atención de los consumidores sobre el azúcar para que los consumidores no tomen estas decisiones de consumo por inercia, sino que tomen tiempo para equilibrar los costos y beneficios presentes y futuros.
El coronavirus ha provocado mucho miedo, especialmente en torno a nuestra salud y bienestar. Sin embargo, es clave recordar que el intervencionismo del gobierno es costoso, miope e ignora la complejidad del proceso de toma de decisiones del consumidor. La educación y la innovación son una forma más inteligente de avanzar.
Publicado originalmente aquí.
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