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Un lunes, hay una fuga de datos que afecta medio billón Cuentas de Facebook, para el martes un bot ha raspado 500 millones cuentas de LinkedIn. El miércoles, la Universidad de Stanford anuncia un cortar a tajos que expuso miles de números de seguridad social y detalles financieros. Luego, el jueves, la compañía de TI de aviación más grande del mundo anuncia Es posible que se haya accedido al 90 por ciento de los datos de los pasajeros en un ataque cibernético. Y así. El ciclo es interminable.

La gran cantidad de informes de fugas de datos, piratería y estafas en las cuentas afectadas ahora ha crecido tanto que los consumidores y usuarios se quedan atónitos. Bien podría ser el aumento vertiginoso de la deuda nacional: cuanto mayor sea el número, menos nos importa.

Pero las violaciones de datos privados importan. Y los consumidores deberían estar debidamente enfadados.

Porque por cada error de la empresa, explotación de piratas informáticos y base de datos gubernamental insegura, hay miles de empresas y organizaciones que lo hacen bien, manteniendo los datos de los usuarios seguros, encriptados y lejos de miradas indiscretas.

Y aunque estados como California, Virginia y Vermont han aprobado leyes de privacidad y datos, muchas de estas disposiciones se parecen demasiado a las de la Unión Europea. preocupado Reglamento General de Protección de Datos (GDPR) para hacer que sea más difícil para las empresas legítimas proteger los datos, no menos.

Cuando se producen grandes filtraciones de datos, los consumidores que han sido legítimamente perjudicados deben presentar sus demandas ante los tribunales.

Pero el mosaico actual de regulaciones en los EE. UU., incluso en el estado centrado en la tecnología de California, impone una carga demasiado grande a quienes cumplen la ley y hacen lo correcto por sus clientes, y corren el riesgo de crear reglas diferentes en diferentes jurisdicciones. Para evitar esto, deberá tomar forma un marco nacional sobre datos y privacidad del consumidor.

Si bien siempre debemos estar atentos a las posibles filtraciones y ataques, una de las principales preocupaciones de un proyecto de ley de privacidad de datos inteligente y de sentido común debe ser defender la innovación.

Para cada nueva empresa de datos de salud, empresa de logística o dispositivo portátil de consumo, la recopilación y retención adecuadas de datos son un valor fundamental. Mientras más reglas sean uniformes, claras y no creen barreras de entrada, más innovación veremos en lo que respecta a la protección de datos.

Deberíamos incentivar a las empresas a adoptar estándares de interoperabilidad y datos abiertos para garantizar que los datos sean portátiles y de fácil acceso para los usuarios. Las principales redes sociales ahora permiten esta previsión, y ha sido el estándar para los datos de sitios web durante varios años.

Si eso se convierte en el estándar, los consumidores podrán elegir las marcas y los servicios que mejor se adapten a sus necesidades e intereses, en lugar de solo las empresas que quedan en pie tras la sobrerregulación.

Al mismo tiempo, si vamos a tener un proyecto de ley de privacidad nacional, debemos consagrar el principio de neutralidad tecnológica, donde el gobierno evita decretar ganadores y perdedores. Eso significa que regular o respaldar varios formatos de datos, algoritmos o tecnología debe ser determinado por empresas y consumidores, no por agencias gubernamentales sin el conocimiento necesario para tomar buenas decisiones. El reciente intento de la UE de designar el “cargador de teléfono común” como la conexión micro-USB, en un momento en que las conexiones USB-C se están convirtiendo en la estándar en la industria, es un ejemplo fácil.

Esto también se extiende a las prácticas de innovación como la publicidad dirigida, la orientación geográfica o la personalización, que son clave para la experiencia del consumidor.

Además de eso, debemos tener cuidado con todos los intentos de prohibir el cifrado para uso comercial y personal.

En las últimas semanas, el director del FBI, Christopher Wray, ha pedido una vez más al Congreso que prohibir el uso de cifrado, una extralimitación que pondría en riesgo miles de millones de dólares en datos de la noche a la mañana y nos dejaría vulnerables a los piratas informáticos extranjeros.

A él se unen en estos esfuerzos los senadores Lindsey Graham (R-SC), Tom Cotton (R-AR) y Marsha Blackburn (R-TN), quienes presentaron un factura eso prohibiría para siempre esta importante invención criptográfica, advirtiendo que es utilizada por "terroristas y otros malos actores para ocultar comportamientos ilícitos".

La razón por la que el cifrado sigue siendo una herramienta poderosa en el arsenal de las empresas y agencias que manejan nuestros datos y comunicaciones es porque funciona. Debemos defenderlo a toda costa.

Si bien hay mucho de qué preocuparse cuando se trata de infracciones y ataques en línea, los consumidores deberían poder beneficiarse de un mercado innovador de productos y servicios, libre de regulaciones que con demasiada frecuencia restringen el progreso.

Este equilibrio es posible y necesario, tanto si queremos tener una experiencia online más segura, como si queremos seguir contando con la mejor tecnología a nuestro alcance para mejorar nuestra vida.

Publicado originalmente aquí.

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