Bienvenido a la serie de economía colaborativa de la CCC. En esta serie de breves publicaciones de blog, expongo en detalle qué es la economía colaborativa, presento los principales hallazgos del Índice de economía colaborativa y analizo las posibles regulaciones futuras en torno a estos servicios.
El Consumer Choice Center publicó recientemente el Global Sharing Economy Index 2021, que evalúa 50 ciudades de todo el mundo en función de la disponibilidad y accesibilidad de los servicios de la economía colaborativa. El índice es una compilación única de aplicaciones que puede usar para mejorar su experiencia en la ciudad y analiza qué tan regulados están estos servicios en cada ciudad (si necesita un permiso especial para operar un negocio de Airbnb o si hay impuestos adicionales). gravado a los invitados).
En los primeros años de Uber, para convertirse en conductor solo se necesitaba un automóvil, una licencia de conducir y un simple registro en su sitio web. Como conducir Uber no requería permisos especiales o licencias de taxi, que pueden ser bastante costosas de adquirir en ciertos países, le permitió a Uber ofrecer los mismos servicios a un costo mucho más bajo.
Sin embargo, según los resultados del índice, a día de hoy, de 50 ciudades, solo quedan unas pocas que no requieren un permiso especial. En Francia, por ejemplo, para operar Uber, primero debe obtener una tarjeta VTC (VTC son las siglas en francés de los servicios de chófer privado que son diferentes de los taxis), y la inscripción para el examen le costará alrededor 200euros. Convertirse en conductor de Uber puede ser más complicado ahora, pero sigue siendo un negocio lucrativo y una gran competencia para los servicios de taxi tradicionales. Lo cual, como ya vimos en la publicación anterior del blog, no es algo que haga muy felices a los taxistas.
Otro servicio compartido discutido en el índice, e-scooter, es un medio de transporte asequible y bastante divertido, disponible en 43 de 50 ciudades. Recientemente, la mayoría de las ciudades han estado tratando de regular los e-scooters prohibiéndolos en las aceras, estableciendo límites de velocidad o introduciendo un sistema de multas por estacionar en lugares equivocados, como en el caso de Noruega. Algunas ciudades, como Atenas, llegaron a prohibir permanentemente los patinetes eléctricos y solo permitieron la propiedad privada de los eléctricos. scooters.
Curiosamente, los países de Europa del Este disfrutan de más libertad cuando se trata de compartir servicios de economía. El primer lugar en el ranking lo compartieron las ciudades postsoviéticas de Tallin y Tbilisi, donde no solo están disponibles todos los servicios discutidos, sino que también están menos regulados. Por otro lado, los países de Europa occidental y central parecen haber adoptado enfoques más restrictivos, lo que limita las opciones de los consumidores. Por ejemplo, como si el covid no fuera ya lo suficientemente destructivo para los servicios de economía compartida, Amsterdam decidió prohibir Airbnb en su centro histórico, una decisión que afortunadamente fue anulada por el tribunal.
Incluso a la luz de los esfuerzos actuales de los gobiernos para regular este sector, podemos decir que la economía colaborativa llegó para quedarse. La gente ha llegado a apreciar y acostumbrarse a la comodidad y conveniencia que estos servicios aportan a nuestra vida cotidiana. Entonces, sin importar las nuevas restricciones que propongan los gobiernos de todo el mundo, podemos dejar que la creatividad y el espíritu emprendedor de esta industria se defiendan y se reajusten.