Al esforzarse demasiado por controlar las apuestas deportivas, algunos gobiernos estatales están logrando lo contrario de sus objetivos: están empoderando a los operadores del mercado negro, poniendo en riesgo a los consumidores y desviando ingresos fiscales que podrían obtenerse de una industria legal sólida.
Las intenciones pueden ser buenas (proteger a los consumidores, prevenir las adicciones, evitar la delincuencia), pero cuando las políticas se basan en impuestos excesivos, restricciones obsoletas y control monopolístico, los resultados son predecibles y preocupantes. Por eso, el Centro de Elección del Consumidor publicó recientemente su... Índice de apuestas deportivas de EE. UU. 2025.
Comencemos con una verdad económica fundamental: cuando un mercado legal se ve asfixiado por una regulación excesiva y tasas impositivas severas, inevitablemente surge un mercado negro. Las aplicaciones legales de apuestas deportivas, donde estén permitidas, pueden ofrecer a los consumidores entornos seguros, transparentes y regulados.
Pero en muchos estados, dicha competencia está totalmente prohibida o severamente restringida. Esto da pie al florecimiento de casas de apuestas ilegales, a menudo vinculadas al crimen organizado, con poca consideración por las restricciones de edad y sin ningún incentivo para proteger a las poblaciones vulnerables.
Consideremos Montana. La única opción legal para apuestas deportivas en el estado se gestiona a través de la Lotería Estatal de Montana, que solo permite apostar en establecimientos físicos con licencia. Los usuarios de teléfonos inteligentes pueden descargar la aplicación, pero solo funciona cuando están físicamente dentro de un local de apuestas.
Este sistema está totalmente fuera de sintonía con el comportamiento moderno del consumidor, que exige la comodidad del móvil, no restricciones basadas en la ubicación.
Peor aún, la SB555 de Montana iría incluso más allá al expandir la definición de "juego" de manera tan amplia que podría abarcar los intercambios de criptomonedas e incluso las aplicaciones de juegos gratuitos.
En lugar de innovar para ofrecer apuestas digitales seguras y reguladas, el Estado está recurriendo a más prohibiciones, un enfoque que ya ha fracasado en suprimir la actividad del mercado negro.
La tributación es otra barrera importante. Estados como Nueva York, Rhode Island y Nuevo Hampshire anuncian una tasa impositiva 50% sobre las ganancias de las apuestas deportivas, pero debido a los costos operativos adicionales, la carga impositiva efectiva alcanza la asombrosa cifra de 81%.
Ninguna otra industria del ocio se enfrenta a un entorno financiero tan punitivo. Estas elevadas tasas hacen casi imposible que los operadores legales compitan con los ilícitos, quienes, por supuesto, no pagan impuestos ni incurren en costes de cumplimiento normativo.
Este modelo autoritario se está extendiendo. Massachusetts propuso recientemente la "Ley de Salud para Apostadores", que aumentaría los impuestos a las plataformas digitales al 51% —en línea con los peores infractores— e incorporaría estrictas prohibiciones publicitarias y controles diarios de asequibilidad.
Estas propuestas, aunque quizás bien intencionadas, atarían las manos de las plataformas legales y darían a los operadores ilegales un amplio margen de maniobra.
El impacto de estas políticas no es solo teórico. Las últimas investigaciones de la Asociación Americana del Juego ofrecen un panorama más claro del comportamiento del consumidor: el 51% de los apostadores deportivos utiliza únicamente plataformas legales, el 34% combina opciones legales e ilegales, y solo el 15% recurre exclusivamente a fuentes ilegales.
Ese 15% es el problema, y es precisamente en ese grupo en el que las buenas políticas deberían centrarse para que se integre al sistema legal. Pero cuando los estados limitan el acceso a plataformas legales fáciles de usar y elevan tanto el costo de operar que los servicios legales dejan de ser competitivos, involuntariamente empujan a más personas hacia alternativas turbias.
Compare esto con los marcos regulatorios más abiertos y competitivos de estados como Nevada, Iowa, Wyoming, Kansas y Virginia Occidental. Si bien Nevada es el referente con su puntuación de 55/55 en la clasificación regulatoria, los estados más pequeños también están demostrando cómo una política inteligente puede fomentar un mercado legal próspero y, al mismo tiempo, minimizar la actividad ilegal.
La tendencia nacional es prometedora: el número de estados donde las apuestas deportivas son ilegales ha disminuido de 15 en 2022 a tan solo 11 en la actualidad. Y es probable que esa cifra se reduzca aún más, ya que estados como Hawái, Minnesota y Texas están considerando leyes para legalizar las apuestas deportivas. Estos estados deben tener cuidado de no repetir los errores de las jurisdicciones que tratan las apuestas como un vicio que debe controlarse en lugar de una actividad de consumo que debe regularse.
La lección clave es simple: la prohibición y la sobrerregulación no eliminan la demanda, sino que la sumergen. Si los responsables políticos se toman en serio la lucha contra el mercado negro, la protección de los consumidores y la generación de ingresos públicos, deben promover mercados de apuestas deportivas competitivos y legales, accesibles, con impuestos justos y habilitados digitalmente.
Los estados que lo han hecho ya están cosechando los beneficios. Los que no lo han hecho, como Montana, siguen siendo ejemplos de cómo un exceso de control puede conducir al caos.
Dejemos que el mercado legal funcione. No solo es buena economía, sino también política.
Publicado originalmente aquí