Por Yaël Ossowski
En 2015, cuando Nueva York presentó BitLicense, un marco regulatorio para Bitcoin y las criptomonedas, hubo una gran fanfarria entre los legisladores. Sin embargo, para los innovadores y emprendedores, eso comenzó lo que muchos etiquetado como el "Gran Éxodo de Bitcoin".
Y aunque ha sido reformado ya que, gran parte del espacio de las criptomonedas ha amurallado el Empire State debido a las regulaciones exhaustivas, dejando a muchos clientes incapaz utilizar una gran cantidad de intercambios, corretaje y otros servicios. Los residentes estaban incluso prohibido de comprar la muy esperada NYCCoin que se lanzó el año pasado.
Aunque algunos intercambios y corredores han solicitado y recibido la licencia, generalmente aquellos armado con abogados y atendido por ex reguladores: los neoyorquinos aún quedan fuera de la mayor parte de la innovación que ocurre con las criptomonedas. Los mineros, sin embargo, decidieron quedarse.
Las empresas mineras de Bitcoin tienen Recogió plantas abandonadas en las Cataratas del Niágara, Buffalo y más, utilizando energía hidroeléctrica y gas natural para alimentar las computadoras necesarias para "desbloquear" Bitcoin de la red. Los reguladores, sin embargo, una vez más están dispuestos a ponerle los tornillos a las criptomonedas.
Una factura esperando su destino en el Senado impondría una moratoria de dos años sobre los permisos de criptominería y lanzaría una revisión ambiental expansiva.
Como defensor de los consumidores, veo este proyecto de ley como un golpe mortal para la industria de Bitcoin y criptomonedas, poniendo en riesgo puestos de trabajo y capital que de otro modo podrían aumentar la energía renovable y negar los beneficios de las criptomonedas y Bitcoin a los consumidores.
Adoptar objetivos climáticos para garantizar el uso de energía renovable 100% en la minería tiene buenas intenciones, pero una prohibición total tendría consecuencias. Será otra señal para empresarios y consumidores de que Bitcoin y otras criptomonedas no son bienvenidas en Nueva York, y el marco regulatorio es demasiado desfavorable para justificar invertir aquí.
Para las personas que sienten el impacto de la inflación, y para aquellos que están excluidos del sector financiero y bancario tradicional, sus opciones serán aún más limitadas.
Entiendo que el auge de la minería de criptomonedas genera interrogantes para los residentes, particularmente cuando se trata de la economía y el medio ambiente. Sin embargo, un camino más prudente sería una revisión ambiental realizada por las autoridades pertinentes, en lugar de una prohibición total y una moratoria que pondría en peligro muchos proyectos.
Cuando se trata de políticas públicas sobre Bitcoin y criptomonedas, prefiero ponerme del lado de la inclusión financiera y la criptoinnovación que una mentalidad de "No en mi patio trasero".
Los neoyorquinos se merecen algo mejor: elegir si quieren participar en la criptorrevolución, en lugar de que sus legisladores tomen esa decisión por ellos.
Yaël Ossowski es subdirectora del Consumer Choice Center