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La innovación en la agricultura ayudará a combatir el cambio climático

Se espera que la población mundial alcance 10 mil millones para 2050. Dado que los recursos naturales son limitados y para satisfacer las necesidades de una población mundial en constante crecimiento, debemos aumentar nuestra producción de alimentos. Sin embargo, un problema más apremiante es garantizar que no se haga a expensas del medio ambiente. El sector agrícola contribuye significativamente a las emisiones de gases de efecto invernadero, tanto a través de actividades directas como de cambios en la tierra. 

Los políticos europeos están apostando por la agricultura ecológica y a través de su estrategia “Farm to Fork”. Quieren alcanzar un objetivo de producción orgánica del 25 por ciento. Aunque la agricultura orgánica se ha vuelto intercambiable con la agricultura sostenible, podría no ser la solución más viable para nuestro planeta y nuestra población. La agricultura orgánica tiene bajos rendimientos y sin el uso de pesticidas, los agricultores están obligados a perder entre el 30 y el 40 por ciento de sus cultivos. Si tuviéramos que depender únicamente de la agricultura orgánica, necesitaríamos reservar más tierra para la producción agrícola, lo que solo se puede lograr a través de la deforestación.

La deforestación ya es un problema apremiante y una de las causas del cambio climático. No tendría ningún sentido talar árboles para liberar la tierra para la agricultura. En 2017, investigadores del Instituto de Investigación de Agricultura Orgánica de Suiza estimaron que si el mundo decidiera convertirse completamente a la agricultura orgánica, necesitaríamos entre 16 y 811 TP2T más tierra para alimentar al planeta. Los asistentes a la COP26 de la ONU ya prometieron acabar con la deforestación para 2030, pero poner más esfuerzo en el desarrollo de la producción de alimentos orgánicos sería incongruente con su promesa. 

Las respuestas a estos problemas, por tanto, deben ser la innovación.

La Unión Europea se está quedando atrás en este frente. La legislación actual sobre OGM, establecida en 2001, regula estrictamente la introducción de ADN de otras especies en animales y plantas. Desafortunadamente, las herramientas de edición de genes muy prometedoras, como CRISPR-Cas9, no están exentas de las regulaciones, aunque la técnica no implica la inserción de ADN extraño, como a menudo se afirma erróneamente.

Esta legislación obsoleta impide que los científicos europeos participen en la revolución genética y que los agricultores europeos aprovechen todos los beneficios que ofrece este sector innovador. CRISPR podría producir cultivos resistentes al clima con mayores rendimientos. También puede agregar o eliminar características que harían que los cultivos fueran más adaptables, piense en el trigo sin gluten que haría que los productos sin gluten fueran tan asequibles como los que contienen gluten (en este momento es 183% más caro)

La edición de genes permite la creación de resistentes a enfermedades cultivos. La tecnología CRISPR se puede utilizar para desarrollar resistencia a todos los patógenos de plantas, bacterias, virus y hongos, eliminando la necesidad de usar pesticidas y fertilizantes.

La solución está justo frente a nosotros, y no debemos permitir que las amenazas percibidas, especialmente aquellas que no están respaldadas por evidencia sustancial, nos impidan adoptar tecnologías que puedan beneficiar a los agricultores, los consumidores y nuestro planeta por igual.

Si quieres saber más sobre el tema, te recomendamos leer nuestros papers Agricultura sostenible y Está en Nuestros Genes

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