Como nuevo expatriado húngaro residente en España, aficionado de toda la vida del Arsenal y excomentarista deportivo, pensé que lo tenía todo preparado para el partido de vuelta de la Champions League entre el Real Madrid y el Arsenal. ¡Buenas vibras!3:0 en la ida), tapas y buen vino español: todo listo para una buena sesión de 90 minutos. Mantuve mi suscripción a mi proveedor de streaming, la pagué al completo y di por hecho que podría conectarme y ver el partido como mis amigos. Para mi horror, me encontré con el callejón sin salida digital que todo aficionado al deporte europeo conoce demasiado bien: “Este contenido no está disponible en tu región”.
En el año 2025, en la UE, puede parecer absurdo. La Unión Europea promueve con orgullo su Mercado Único Digital. Podemos ver nuestras series favoritas en streaming a través de nuestras fronteras, incluso realizar operaciones bancarias en línea desde otro Estado miembro y usar datos móviles sin coste adicional. Pero cuando se trata de ver deportes en directo, que, en mi opinión, son una de las fuerzas culturales más unificadoras de Europa, nos vemos obligados a retroceder tras las fronteras digitales, protegidos por bloqueos geográficos, apagones y licencias territoriales obsoletas.
Los detractores podrían argumentar que las licencias territoriales deben respetarse. Al fin y al cabo, si una emisora adquiere derechos para un país, podría parecer justo que tenga exclusividad. Sin embargo, creo que esta lógica no debería aplicarse a una UE sin fronteras donde los ciudadanos viven, trabajan y viajan libremente. El modelo actual penaliza a los clientes que pagan simplemente por cruzar una frontera interior.
Es más, el sistema está completamente obsoleto. Los acuerdos de licencia basados en fronteras y territorios se redactaron cuando los partidos se transmitían y se transmitían físicamente, y las fronteras realmente importaban. Ya no es así. Estos contratos no se ajustan a los principios jurídicos generales, y mucho menos a la realidad actual. En la actual UE sin fronteras, donde la libertad de movimiento es un derecho fundamental, estos contratos están obsoletos. Cuando los consumidores pagan por el acceso y se mudan a otro país, o simplemente realizan un viaje corto, no significa que quieran romper el contrato. Quieren un contrato que refleje equidad, movilidad y no discriminación, como fundamentos de la UE. Si un contrato genera barreras artificiales que violan estos mismos principios, debemos cuestionarlas y modificarlas. Con la innovación, las leyes evolucionan, y los contratos deben evolucionar con ellas.
No me refiero a la piratería. Los aficionados al deporte como yo estamos más que dispuestos a pagar, pero queremos un trato justo. Lo ideal sería tener acceso legal y asequible para ver a nuestros equipos sin ser penalizados por dónde vivimos o trabajamos. Con algo de innovación y tecnología moderna, un sistema paneuropeo de licencias o modelos de streaming flexibles podrían ofrecer fácilmente un acceso justo y simultáneo sin perjudicar a los titulares de derechos. Insistir en tener fronteras digitales artificiales solo protege modelos de negocio obsoletos, no a los consumidores.
El marco actual de la UE no solo no cumple con sus objetivos, sino que protege activamente este sistema fallido. Reglamento de bloqueo geográfico de 2018 excluyó por completo los servicios audiovisuales, y En 2023, el Parlamento Europeo volvió a votar para no ampliar las normas para cubrir las retransmisiones deportivas.El mensaje fue claro: los acuerdos locales son más importantes que los derechos de los consumidores y sus opciones.
En nombre de todos los aficionados al deporte europeos, digo que esto debe cambiar. El panorama actual favorece a unos pocos intermediarios poderosos a costa de millones de espectadores. Observamos una fragmentación del mercado que limita la competencia. Los aficionados al deporte se ven obligados a hacer malabarismos con múltiples suscripciones, aceptar paquetes obligatorios o pagar de más por el acceso a sus equipos favoritos, si es que pueden acceder a ellos.
Curiosamente, existen sólidos argumentos para afirmar que el statu quo choca con la legislación de la UE. Artículo 20 de la Directiva de ServiciosLa discriminación por nacionalidad o residencia está prohibida salvo que esté objetivamente justificada. Entonces, ¿por qué un italiano residente en Bruselas no puede ver legalmente la Serie A desde casa? ¿Por qué yo, un húngaro residente en España, no puedo usar el servicio que ya he pagado?
La buena noticia es que el cambio podría finalmente estar sobre la mesa. En febrero de 2025, la Comisión Europea inició su evaluación formal del Reglamento de Bloqueo Geológico. Está previsto que se inicie una consulta pública en el segundo trimestre de este año, con un informe de evaluación final previsto para finales de 2025. Esta revisión puede proporcionar una oportunidad de oro para que los responsables de las políticas arreglen el sistema y brinden resultados a los fanáticos.
Mi recomendación es bastante simple: en el respeto del mercado único, el geobloqueo y los bloqueos de deportes en directo deberían prohibirse en la UE. También creo que las opciones de streaming directo al consumidor, como la NFL, deberían estar disponibles para que puedas comprar la temporada, a tu equipo favorito o incluso un solo partido. Si se solucionan todos estos problemas, surgirían nuevos actores en el mercado del streaming que impulsarían la competencia y, en última instancia, los consumidores se beneficiarían de más opciones y precios más bajos.
Europa se enorgullece de su apertura, equidad e innovación digital. Es hora de que esos valores se apliquen también al fútbol. Ver a tu equipo favorito no debería limitarse a una frontera. El deporte nos une, y la legislación debería reflejarlo.
¿Y el partido? Los Gunners también están en semifinales con una victoria a domicilio. Fue un partido emocionante gracias a un buen proveedor de VPN.
Publicado originalmente aquí