El proceso para que los ciudadanos comunes de la Unión Europea participen en las importantes consultas presentadas por la Comisión Europea es enrevesado, complejo y oneroso.
Uno debe registrarse formalmente a través de hasta tres registros separados. Los ciudadanos individuales, si se atreven, solo pueden compartir su opinión si pueden demostrar no tienen ningún interés en el asunto– aparentemente contradictorio que un organismo público pregunte a sus ciudadanos.
Con el objetivo de mantener los intereses especiales fuera de Bruselas, la UE ha bloqueado efectivamente a las personas que están preocupadas por las leyes que se aprobarán en su nombre.
Lo que garantiza este complicado proceso es que solo un puñado de actores podrá someterse a las consultas y hacer oír su voz. No debería ser así.
Exigimos #ConsultationTransparency y #SimplifyIt.