En una economía digital en rápido crecimiento, la Compre ahora, pague después (BNPL) El modelo de pago se ha convertido en una de las innovaciones financieras más destacadas a nivel mundial. BNPL permite a los consumidores realizar compras inmediatas y pagarlas a plazos, a menudo sin intereses. Esta característica no solo atrae a las generaciones más jóvenes y a quienes tienen un historial crediticio bajo, sino que también abre nuevas oportunidades para que los pequeños comercios atraigan a más clientes.
De acuerdo con la Junta de Supervisión del Crédito al Consumidor (CCOB), Malasia registró 3,7 millones de usuarios activos de BNPL en 2024, la mayoría con edades comprendidas entre los 21 y los 45 años. Más de 700.000 comercios aceptaron BNPL, especialmente en los sectores de alimentación, restauración, comercio minorista y transporte. Ese mismo año, se registraron 149 millones de transacciones por valor de RM12.000 millones, duplicando las cifras del año anterior.
Ante el rápido crecimiento de BNPL, surge una pregunta importante: ¿Cómo preservar sus beneficios sin comprometer el bienestar del consumidor? La respuesta no es reprimir ni sobrecargar la innovación, sino promover la transparencia y el uso responsable.
Se espera que la Ley de Crédito al Consumidor de 2025 entre en vigor a finales de este año. Uno de sus elementos clave es el requisito de que los proveedores de BNPL compartan la información crediticia del consumidor con las agencias de informes crediticios antes de aprobar una transacción. El objetivo es claro: prevenir el gasto excesivo y garantizar prácticas crediticias responsables.
Lejos de ayudar a los consumidores a comprar con mayor prudencia, este rígido requisito de información crediticia corre el riesgo de perjudicar sus intereses. Al añadir burocracia innecesaria, la regulación podría resultar en procesos de solicitud más lentos y restrictivos, experiencias de compra menos fluidas y condiciones cada vez más complejas. Los usuarios que antes disfrutaban de un acceso rápido y sencillo a BNPL podrían ahora enfrentarse a largas evaluaciones crediticias, comparables a las de los préstamos bancarios, incluso para compras pequeñas.
Lo que es más preocupante, los consumidores podrían perder acceso a opciones. Solo los grandes proveedores podrán asumir el coste de la presentación de datos y el cumplimiento normativo. Al mismo tiempo, las empresas más pequeñas, que suelen ofrecer servicios más flexibles y fáciles de usar, podrían verse obligadas a reducir su tamaño o abandonar el mercado. Como resultado, los consumidores se verán obligados a tratar con solo unas pocas empresas, probablemente con condiciones menos competitivas. Cuando la competencia se ve frenada por la burocracia, los consumidores soportan el coste a través de menos opciones, cargos ocultos y menor innovación.
En diciembre de 2024, había doce proveedores de BNPL en Malasia, incluidos cuatro que ofrecen opciones que cumplen con la sharia. Sin embargo, el mercado está muy concentrado: tres actores principales —SpayLater (Shopee), PayLater de Grab y Atome— representan más de 95% de usuarios activos, volumen y valor de las transacciones, mientras que menos de 4% se reparten entre el resto de los proveedores. Esto demuestra que el mercado BNPL de Malasia ya está altamente concentrado. Cualquier regulación que grave desproporcionadamente a los proveedores más pequeños solo reforzará el dominio de las grandes empresas y dificultará la aparición de nuevos competidores. Para los consumidores, esto se traduce en menos ofertas, menor flexibilidad y el riesgo de que se establezcan condiciones que les sean desfavorables.
Al implementar estas leyes, debemos ser cautelosos de no copiar en gran medida el marco bancario tradicional y aprender de los errores de otros reguladores. En Europa, por ejemplo, Artículo 10 La Directiva sobre crédito al consumo exige que los prestamistas proporcionen información precontractual muy detallada utilizando la Norma Europea de Información sobre Crédito al Consumidor (SECCI). formaEsto incluye el tipo y la duración del crédito, las condiciones de disposición, la información de contacto completa y el coste total. En teoría, esto puede parecer transparente, pero en la práctica crea barreras artificiales al acceso y la competencia, lo que aumenta significativamente el riesgo de vulneración de datos debido al almacenamiento centralizado de información personal.
En cambio, deberíamos centrarnos en la transparencia práctica y fácil de usar, no solo en la precisión técnica que a los consumidores les cuesta comprender. Lo más importante es que los usuarios sepan cuánto deben, cuándo vence y las consecuencias de un pago tardío. Esto se puede lograr mediante resúmenes claros, notificaciones automatizadas en la aplicación y pantallas de información bien diseñadas.
La transparencia también puede mejorarse mediante enfoques innovadores, como comprobaciones de asequibilidad en la aplicación, alertas de gasto o sistemas de recompensas por pagos puntuales. Estas iniciativas ayudan a los usuarios a gestionar sus finanzas de forma más responsable sin necesidad de intervenciones externas onerosas.
Además, la educación financiera debe desempeñar un papel fundamental en el fomento de la transparencia. Se debe dotar a los usuarios de las herramientas y el conocimiento necesarios para tomar decisiones informadas, no de una protección excesiva que los haga perder su autonomía. La regulación de los BNPL debe ser una herramienta que empodere, no que engañe.
En la economía digital cada vez más abierta de Malasia, el BNPL es vital para estimular el consumo y ampliar el acceso al mercado de las pequeñas empresas y los emprendedores locales. Sin embargo, si se imponen demasiadas restricciones, las oportunidades y el valor económico del BNPL podrían perderse, y una vez más, los consumidores serán quienes sufran las consecuencias.
En conclusión, el BNPL es una forma de innovación financiera que no debe descartarse de plano ni regularse excesivamente. Se necesita un enfoque político innovador y equilibrado que promueva la transparencia, la comprensión del consumidor y el margen para la innovación, no el cumplimiento técnico por sí mismo. Solo así podremos construir un sistema financiero dinámico, justo y que realmente beneficie a los usuarios comunes.


