La semana pasada, en un intento por garantizar el acceso irrestricto de todos a los servicios de telecomunicaciones, el gobierno argentino decidió extender la congelación de precios de los servicios de televisión, internet y telefonía móvil hasta fin de año, considerándolos “servicios públicos esenciales”. Los precios de estos servicios están congelados desde mayo y se esperaba que la prohibición se levantara a finales de este mes.
Prohibir que las empresas de telecomunicaciones aumenten los precios puede parecer una política sensata, pero es todo lo contrario. Los controles de precios son una política económica desastrosa e irresponsable que solo conduce a una escasez de oferta, privando así a los consumidores de opciones, expulsando del mercado a empresas que alguna vez tuvieron éxito y reduciendo la calidad de los servicios prestados.
La crisis del Covid-19 ha sobrecargado a la mayoría de las economías del mundo y Argentina no es diferente. El camino hacia la recuperación económica requerirá una gran inversión que exige la necesidad de certeza legislativa. Las empresas latinoamericanas a menudo tienen que recurrir al financiamiento externo y cuando surgen riesgos sin precedentes, como los controles de precios, el costo del financiamiento también aumenta. de acuerdo a a Maryleana Méndez, secretaria general de la Asociación Interamericana de Empresas de Telecomunicaciones.
A primera vista, la decisión del gobierno argentino de extender los controles de precios puede verse como la que beneficia a los consumidores. La lógica detrás de dichos controles de precios es clara: garantizar que todos los consumidores argentinos, incluso los de bajos ingresos, puedan disfrutar de la televisión, Internet y los servicios móviles.
Si bien este enfoque surge de motivos nobles, lamentablemente está condenado al fracaso y, al final, las empresas perderán todos los incentivos para operar en el mercado. Si las empresas no tienen la libertad de fijar los precios como lo deseen, teniendo en cuenta sus costos operativos, ¿cuál es la razón para que continúen? Una solución es reducir la calidad de sus precios simplemente para mantenerse a flote. Por el contrario, los consumidores que pueden permitirse pagar más quedan excluidos y no se puede satisfacer su demanda.
La intromisión del gobierno argentino con las fuerzas del mercado es inaceptable y socialista en su esencia, y también empeorará la relación del país con el Fondo Monetario Internacional. Y aunque el gobierno del presidente Alberto Fernández (y sus predecesores) ha desconfiado ampliamente del FMI, Argentina es el principal cliente del FMI.
El país ha recibido más de 20 programas de ayuda financiera del FMI desde finales de la década de 1950. Argentina permanece constantemente al borde del colapso, por lo que ya es hora de que el país tome el camino de la liberalización económica y comience a tomar más en serio su relación con el FMI en lugar de llevar a cabo otra intervención dañina y populista. Los controles de precios son masoquismo económico.
Cada consumidor quiere tener tantas opciones para elegir como sea posible y poder equilibrar razonablemente el precio y la calidad. Si no hay nadie que les proporcione estas opciones, todos pierden, especialmente a largo plazo. Al igual que con los derechos de propiedad intelectual, si las empresas no obtienen protección para sus invenciones, tienen pocos incentivos para innovar.
La sobrerregulación de la industria de las telecomunicaciones es una política costosa que tendrá un impacto negativo en el clima de inversión de Argentina en el futuro, dificultando así su recuperación económica y destruyendo su relación con el FMI. El gobierno de Argentina debería recuperarse y comenzar a tomar las decisiones correctas, en lugar de empujar al país hacia abajo. Argentina se merece algo mejor que un gobierno populista que pretende actuar en interés de los consumidores extendiendo los controles de precios de la televisión, Internet y los servicios móviles a expensas de la prosperidad futura.
Publicado originalmente aquí.
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