La nueva política de relocalización de Estados Unidos: una advertencia desde Hungría

Cuando Donald Trump hizo campaña con la gran promesa de devolver los empleos de la industria manufacturera a Estados Unidos, sabía que ya lo había visto y oído antes. Como exdiputado húngaro de una pequeña ciudad, que se jacta principalmente de fábricas con líneas de montaje que abastecen a fabricantes de automóviles, había visto cómo este tipo de retórica de campaña solo sirve a un interés político a corto plazo, pero no al futuro del país.

En los últimos 15 años, Hungría ha vuelto a posicionarse como la cadena de montaje de la Unión Europea, atrayendo miles de millones En inversión extranjera directa, primero de fabricantes de automóviles alemanes y, recientemente, de fábricas chinas de baterías para vehículos eléctricos. La promesa de Viktor Orbán era simple: impuestos bajos, mano de obra barata y obediente, y un gobierno dispuesto a satisfacer las necesidades de la industria.

A cambio, se crearían empleos, las exportaciones aumentarían y Hungría disfrutaría de prosperidad industrial.

Sin embargo, tras este aparente éxito se esconde un frágil modelo económico basado en la dependencia, no en la innovación. Fui testigo de cómo nuestro gobierno impulsó estos acuerdos, celebrando las ganancias a corto plazo, la creación de empleo y el impulso del PIB, mientras ignoraba las consecuencias a largo plazo.

A lo largo de varios años, visité fábricas, hablé con trabajadores y vi regiones enteras moldeadas alrededor de un único... presencia corporativaMuchos habitantes de Virginia Occidental, Ohio y Pensilvania seguramente pueden identificarse con esta situación.

Lo que Hungría consiguió fue un auge de lo que llamamos empleos “biorrobot”: funciones repetitivas, de bajo valor añadido, que dejan a los trabajadores con pocas habilidades transferibles y poca movilidad ascendente.

Cuando surgen cambios económicos, como ocurrirá con los aranceles de Trump, la industria se ralentiza y comienzan los despidos anticipando un ajuste de gastos. Observe lo que ocurrió en Alemania. De repente, Hungría se quedó con miles de trabajadores capacitados solo para seguir instrucciones de otra parte de la cadena de producción, pero no para adaptarse.

Todo esto debería sonar familiar a los estadounidenses optimistas sobre los titulares audaces que declaran ganancias de mil millones de dólares. inversiones de ManzanaTSMC y SoftBank. Nada de lo que estas empresas prometen en comunicados de prensa es legalmente vinculante, y podrían cambiar de estrategia en cualquier momento según consideraciones financieras. Así no se construyen comunidades prósperas.

Por eso, esto no es solo un problema económico, sino también social. En Hungría, se construyeron comunidades en torno a estas fábricas. Las escuelas canalizaban a los graduados hacia ellas para que desarrollaran carreras profesionales estables. Los programas de reciclaje profesional fueron una idea de último momento.

Hoy en día, muchos de estos trabajadores están estancados, desempleados o subempleados, sin un futuro claro. Desafortunadamente para ellos, no hay perspectivas de futuro visibles. Las habilidades en las que se formaron tienen poco valor fuera de una línea de montaje específica, y nadie ha invertido en ayudarlos a evolucionar.

¿Cuál fue el secreto de este milagro económico a corto plazo impulsado por Orbán? Incentivos gubernamentales masivos con pocos requisitos a largo plazo. Las empresas extranjeras recibieron enormes exenciones fiscales, terrenos y apoyo a la infraestructura, y los líderes políticos húngaros presumieron del crecimiento del PIB y la creación de empleo como prueba de su éxito.

En un momento dado, Orbán se enorgulleció de ver las cifras de desempleo en mínimos históricos. Pero esto creó una economía de baja confianza y alta dependencia, vulnerable a las crisis externas.

Nuestro gobierno priorizó victorias políticas rápidas pero no logró construir una economía resiliente y orientada al futuro.

Me resulta difícil observar objetivamente lo que sucede al otro lado del Atlántico, pero a medida que Estados Unidos se embarca en su propia misión de “relocalización”La experiencia húngara en materia de política industrial ofrece una clara advertencia.

La industria manufacturera sin duda puede crear empleos, pero ¿qué tipo de empleos? Las mejoras temporales en las cifras de empleo no deberían impedir que los responsables políticos vean los resultados a largo plazo. Estados Unidos debe evitar la creación de su propia clase de trabajadores biorrobotizados que solo satisfacen una necesidad temporal en una economía tecnológica en rápido avance.

Hay caminos mejores, y Estados Unidos suele ser bueno a la hora de tomarlos.

Debes fomentar la innovación junto con la producción. Si quieres invertir en fábricas, considera también a las comunidades. Y mide el éxito no solo por la producción, sino por la resiliencia.

Hungría es una advertencia sobre cómo el crecimiento industrial sin una estrategia centrada en las personas puede ser contraproducente. No basta con atraer fábricas; es necesario lograr que estas industrias sean sostenibles. Cualquier reactivación exitosa de la industria manufacturera debe incluir trabajadores capacitados, habilidades técnicas y un futuro previsible. Hay pocos adivinos entre nosotros, pero se puede apostar con sensatez por las habilidades fundamentales que pueden sustentar nuestras economías.

Al final, el objetivo no es solo crear cosas, sino empoderar a las personas para que construyan una vida mejor. Esto requiere más que exenciones fiscales y inauguraciones. Exige una visión a largo plazo y duradera.

Publicado originalmente aquí

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