¿Están preparados los consumidores para ser acosados en el surtidor por repostar sus coches?
Un artículo publicado la semana pasada en BMJ, la revista de la Asociación Médica Británica, argumenta a favor de incluir etiquetas de advertencia "estilo cigarrillo" en las bombas de combustible, boletos de avión y facturas de energía. Las advertencias destacarían los “principales impactos en la salud” de los combustibles fósiles tanto para el medio ambiente como para la salud humana.
Los investigadores detrás del artículo afirman que esta estrategia, tomada de los esfuerzos de control del tabaco, resaltaría los efectos "nocivos" de los combustibles fósiles y su contribución al cambio climático.
Las etiquetas de advertencia conectan la amenaza abstracta de la emergencia climática con el uso de combustibles fósiles aquí y ahora, llamando la atención sobre el costo real de los combustibles fósiles (las externalidades), gráfica o cuantitativamente. Ellos sensibilizar a la gente a las consecuencias de sus acciones, que representan empujones, diseñados para alentar a los usuarios a elegir alternativas a los combustibles fósiles, aumentando así la demanda de energía renovable sin carbono.
Si bien hay muchas razones para preocuparse por el cambio climático, no hay evidencia de que las "etiquetas de advertencia" en las bombas de gasolina hagan algo para disuadir a las personas de usar sus vehículos para ir al trabajo, visitar a la familia o hacer recados.
Múltiples estudios han demostrado que las etiquetas de advertencia son no efectivo en el cambio de comportamiento del consumidor. Ante el aumento de las etiquetas de advertencia en muchos productos, incluidos los exigidos por la ley Prop 65 de California que etiqueta casi todo como cancerígeno, la mayoría de los consumidores simplemente se desconectan y aprenden a ignorarlos.
Debido a que la gente común necesita combustible para sus autos, no se necesita mucha imaginación para ver que tales etiquetas se ríen fácilmente.
En lugar de informar a las personas e intentar cambiar su comportamiento, esta medida infantiliza a los consumidores y supone que no son lo suficientemente inteligentes como para establecer la conexión entre la conducción diaria y el cambio climático. Y no es que estas advertencias propongan alternativas.
Cuando se trata de tabaco, uno de los mayores catalizadores para dejar de fumar ha sido innovación: dispositivos de vapeo y alternativas a la nicotina que reducen los daños, no etiquetas de advertencia.
La innovación permite que los nuevos productos hagan que los consumidores cambien a productos menos dañinos.
En lugar de tratar de usar etiquetas de advertencia que no funcionarán, ¿qué hay de educar a los ciudadanos sobre las alternativas energéticas que producen menos gases de efecto invernadero, como la energía nuclear, gas natural, o biodiésel?
Si permitimos que las fuerzas creativas y la innovación obtengan una solución, ¿no resultaría más eficaz?
Este puede ser un intento de “empujar” a las personas a usar menos combustibles fósiles, pero no será tan efectivo para mitigar el cambio climático como la innovación real. Tal vez eso es lo que deberíamos escribir en las bombas de combustible.
El Consumer Choice Center es el grupo de defensa del consumidor que apoya la libertad de estilo de vida, la innovación, la privacidad, la ciencia y la elección del consumidor. Las principales áreas políticas en las que nos centramos son digital, movilidad, estilo de vida y bienes de consumo, y salud y ciencia.
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