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La Unión Europea ha dado ejemplo de cómo reducir las listas de espera para la atención sanitaria. Canadá debería seguir su ejemplo

No es ningún secreto que si necesita una cirugía electiva en Canadá, es mejor estar preparado para esperar mucho tiempo.

¿Se trata de una falta de médicos y enfermeras? ¿De financiación insuficiente? ¿De ineficiencia administrativa? En algún momento se ha culpado a casi todo. A pesar de décadas de intentos de reforma, los largos tiempos de espera siguen siendo un problema en todo Canadá.

No importa la causa, conocemos el resultado: largos tiempos de espera, pérdida de ingresos, dolor crónico y, en algunos casos, muertes de pacientes evitables.

Canadá no es el único país que se ve afectado por este tipo de problemas. Algunas naciones europeas también han tenido que lidiar con largos tiempos de espera. La diferencia es que ellos lograron resolver el problema. Parte de su solución provino de la llamada “Directiva Transfronteriza”.

Esta política permite a los pacientes europeos buscar tratamiento en cualquier país miembro de la UE y obtener un reembolso de sus gastos médicos a un nivel equivalente al que habría cubierto su plan de seguro de salud nacional.

Como ocurre con la mayoría de las innovaciones políticas, esta directiva surgió por necesidad. A principios de los años 2000, muchos ciudadanos británicos se vieron obligados a hacer frente a largas listas de espera para recibir atención médica, pero su pertenencia a la Unión Europea les permitió ver una oportunidad de solucionar los retrasos.

Una de estas personas era Yvonne Watts, que sufría artritis en las caderas. Al no poder recibir atención del Servicio Nacional de Salud británico en tiempo y forma, solicitó que le pagaran una prótesis de cadera en otro país de la UE, pero le fue denegada.

Decidida a tomar el asunto en sus propias manos, Watts hizo que el procedimiento se hiciera en Francia a su propio costo, pagando el equivalente a $10,673 en dólares canadienses de hoy. Después de la operación, solicitó el reembolso al gobierno del Reino Unido, pero nuevamente le fue denegado.

Watts nunca recibió un reembolso por el costo de su cirugía, pero sí allanó el camino para la directiva de la UE sobre los derechos de los pacientes en la atención médica transfronteriza.

Hoy en día, los pacientes en una situación como la de Watts pueden decidir recibir una cirugía electiva en otro país cuando los tiempos de espera locales son demasiado largos.

Solo en 2022, gracias a la Directiva Transfronteriza, más de 450.000 residentes de la UE buscaron tratamiento en otro país de la UE.

Esta política ha producido una reducción significativa en los tiempos de espera, pero tiene otro efecto secundario notable: ayuda a reducir el costo general de las enfermedades individuales, tanto para los pacientes que las padecen como para los estados que pagan las facturas.

Esto se debe a que cuanto más tiempo pase sin tratamiento un problema de salud, más costoso será el tratamiento, debido al mayor riesgo de complicaciones. Cuanto más esperen las personas, más probable es que la intervención deba ser más invasiva (y, por lo tanto, más riesgosa) y también se requieran más recursos para realizarla.

Pero el efecto sobre el gasto no es el único que debe tenerse en cuenta. Los problemas de salud también pueden tener un efecto adverso sobre los ingresos del gobierno.

Si bien los tratamientos electivos no se consideran urgentes, las dolencias que se pretenden tratar pueden tener un efecto en nuestras vidas. Por ejemplo, algunas de las personas que están en listas de espera son trabajadores que no pueden realizar su trabajo o que se ven obligados a reducir su carga de trabajo debido al dolor que sienten. Algunos incluso reciben una indemnización por accidente de trabajo.

Incluso si se considera únicamente desde el punto de vista de los ingresos, debería ser lo mejor para el estado proporcionar a esos trabajadores el tratamiento que necesitan para que puedan empezar a pagar impuestos de nuevo. Permitirles obtener la atención médica necesaria fuera de la provincia o del país (por el mismo precio que pagaría el sistema en el país) debería ser una decisión obvia.

No olvidemos cuántos canadienses no pueden recibir el tratamiento que necesitan dentro de los plazos recomendados.

En 2019, 30 por ciento de los pacientes que necesitaban un implante de rodilla no pudieron recibirlo dentro del período recomendado de 26 semanas. Para 2023, esa cifra había aumentado al 41 por ciento. De manera similar, la proporción de pacientes que necesitaban reemplazos de cadera y no pudieron recibirlos dentro de los plazos establecidos aumentó del 25 por ciento al 34 por ciento durante el mismo período.

La cobertura pública de una directiva transfronteriza canadiense ayudaría a reducir estas cifras a cero y a resolver el importante atraso en la atención quirúrgica, lo que permitiría a Canadá hacer frente mejor a las necesidades de los pacientes y mejorar la eficiencia en todos los ámbitos.

Publicado originalmente aquí

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