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Las redes sociales han transformado nuestra vida cotidiana de diversas maneras: desde la promoción comercial hasta la comunicación interpersonal. Sin embargo, debido a su amplio alcance, es fácil olvidar que no se nos impone de ninguna manera. Al igual que el consumo de productos azucarados o comida chatarra, usar o no las redes sociales es una elección. Donde hay una elección, siempre hay una responsabilidad. 

Al tratar de proteger a los jóvenes de los efectos perjudiciales para la salud de las redes sociales, el Gobierno también los protege de la capacidad de elegir. Para justificar la necesidad de la intervención del gobierno, el diputado Chris Elmore llamó a las redes sociales un “paisaje sin ley” donde los niños trabajan y juegan en línea. Nadie cuestiona la importancia de la salud mental de los niños en nuestro mundo que cambia rápidamente. La pregunta a hacerse es ¿por qué el gobierno cree que es su responsabilidad, no los padres?

Mi hermana de 10 años solía pasar la mayor parte de su tiempo en las redes sociales, y en el momento en que me pareció extremadamente preocupante, sugerí que mis padres lo limitaran a una hora por día. Después de unos días de uso constante y limitado de las redes sociales, desapareció lo que el gobierno llamaría “una adicción”. 

Empezó a salir con amigos reales y se sintió mucho más feliz. Por lo tanto, el impuesto solo impondrá otra carga a las empresas de redes sociales sin resolver el problema real, que es la responsabilidad de los padres.

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