Es ahora el momento de reformar la atención sanitaria canadiense

Quienes defienden el statu quo del sistema de salud canadiense a menudo señalan a Estados Unidos —en particular sus altos costos y el número de personas sin seguro— como el fantasma que acalla cualquier conversación sobre cambios, incluso modestos, en la atención sanitaria canadiense.

Pero aquí hay algunos hechos fríos y duros que los defensores del status quo no quieren que usted escuche.

En el lapso de solo 12 meses, de abril de 2023 a marzo de 2024, al menos 15.474 pacientes canadienses murieron mientras esperaban cirugías o exploraciones diagnósticas, según el grupo de expertos. SecondStreet.org.

Según los investigadores Colin Craig y Harrison Fleming, esa cifra probablemente sea mucho mayor, ya que varias provincias canadienses sólo proporcionaron datos sobre pacientes que murieron mientras esperaban una cirugía, no estudios de diagnóstico.

Los largos tiempos de espera también le cuestan miles de millones a la economía. En 2024, los pacientes canadienses perdieron entre 1000 y 5200 millones de dólares en salarios por estar esperando una cirugía o tratamiento, según el Instituto Fraser. Casi 1,6 millones de canadienses esperaban tratamiento el año pasado, lo que supuso una pérdida de ingresos muy necesaria para hogares, empresas y gobiernos. El tiempo de espera promedio para los pacientes canadienses entre la consulta con un especialista y el tratamiento fue de unas asombrosas 15 semanas.

Los defensores del statu quo a menudo argumentan que el sistema de salud de Canadá tiene un rendimiento inferior al esperado simplemente porque los gobiernos no gastan suficiente dinero.

¿Es cierta esa afirmación?

La respuesta clara es no.

Los problemas actuales de Canadá no se deben a una financiación insuficiente. En los últimos 30 años, el gasto en salud en Canadá ha aumentado a más del doble de la tasa de inflación. Sin embargo, los tiempos de espera son más largos que nunca, y el número de canadienses que fallecen en listas de espera sigue creciendo. Según el Centro de Elección del Consumidor, Canadá es uno de los países de la OCDE que más gasta en salud; sin embargo, cuenta con una de las menores cantidades de médicos, camas de hospital, tomografías computarizadas y equipos de resonancia magnética per cápita.

Si la solución fuera inyectar más dinero al sistema sanitario canadiense, el problema se habría resuelto hace mucho tiempo.

El alto gasto no ha llevado a Canadá a ninguna parte.

Entonces, ¿qué debería hacer Canadá?

Es hora de permitir mayor flexibilidad en el sistema de salud. Países como Alemania y los Países Bajos tienen sistemas de salud universales, pero gastan menos per cápita y tienen tiempos de espera más cortos.

Logran esto permitiendo a los pacientes comparar precios y encontrar el médico y el plan de seguro que mejor se adapte a sus necesidades.

La clave es darles a los pacientes la posibilidad de elegir.

Los Países Bajos, por ejemplo, tienen un sólido historial de obtención de mejores resultados para los pacientes que Canadá a un menor costo.

El sistema holandés exige a los ciudadanos la adquisición de un seguro médico básico, cuyos servicios se financian mediante una combinación de impuestos y primas individuales. Este modelo otorga mayor poder a los pacientes, permitiéndoles explorar diferentes opciones y elegir el proveedor que mejor se adapte a sus necesidades.

Como suele suceder cuando entran en juego las fuerzas del mercado, la elección del paciente fomenta la competencia y ayuda a reducir los costos.

Es hora de ofrecer a los canadienses más opciones, en lugar de impuestos más altos para financiar un sistema que sigue siendo deficiente. Los canadienses no deberían aceptar un statu quo donde miles de personas mueren en listas de espera y se pierden miles de millones de dólares en actividad económica cada año.

Los responsables de las políticas deberían promover una mayor competencia en el sistema de atención sanitaria canadiense y explorar modelos de prestación alternativos que han tenido éxito en otros lugares.

Finalmente, no debemos temer adoptar las mejores prácticas de otros países. En lugar de señalar siempre al fantasma del sur, es hora de aprender de los éxitos de las naciones con modelos de atención médica híbridos en todo el mundo.

Publicado originalmente aquí

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