Los aranceles estadounidenses son una llamada de atención para un comercio más inteligente en India

A partir de este mes, los consumidores estadounidenses que compren productos indios y los exportadores indios que envíen a Estados Unidos sentirán el impacto de un nuevo arancel 25% aplicado por la administración Trump, que se suma a un 25% anterior.

En una medida que se presenta como una protección a la manufactura nacional, la última salva comercial de Washington impone aranceles de hasta 50% a diversas exportaciones indias, incluyendo ciertos textiles, componentes automotrices y categorías como medicamentos genéricos y piezas de maquinaria. Pero mientras los titulares se centran en las represalias diplomáticas y las posturas políticas, la verdadera historia aquí es sobre los consumidores, a ambos lados del muro comercial.

Ya se trate de una pequeña marca de ropa en Gujarat, un exportador de cúrcuma en Erode o un importador estadounidense que se abastece de genéricos asequibles de Hyderabad, este aumento de aranceles no solo perjudica el comercio, sino también la libertad de elección. En lugar de una reacción impulsiva, India debería tomar este momento como una llamada de atención estratégica.

El orden comercial global está cambiando rápidamente. El proteccionismo está resurgiendo bajo la bandera del "interés nacional", pero la gente común sufre las consecuencias. Los consumidores pagan más, reciben menos y pierden acceso a la innovación.

Tomemos el ejemplo de la industria farmacéutica india. Estados Unidos depende de la India para obtener el 40% de sus medicamentos genéricos asequibles y de alta calidad, un recurso vital que mantiene los precios de los medicamentos asequibles para millones de personas. Con los aranceles, esos precios podrían dispararse, obligando a los consumidores y aseguradoras estadounidenses a pagar significativamente más por medicamentos básicos.

Esto perjudica el negocio de ambas partes. Consideremos, por ejemplo, las pymes textiles indias que exportan prendas de algodón a minoristas estadounidenses. Estas empresas ya operan con márgenes de beneficio muy estrechos. Los aranceles podrían volverlas poco competitivas de la noche a la mañana, lo que provocaría la pérdida de pedidos, despidos y una reducción de la producción.

Y los minoristas estadounidenses no absorberán el impacto; lo transmitirán a los consumidores mediante precios más altos. Este es el efecto dominó del proteccionismo: menos opciones, precios más altos y un estancamiento en la innovación. Malas noticias para quienes se preocupan por la asequibilidad y la variedad, ya sea comprando zapatos en Chicago o vendiendo saris en Surat.

La solución, sin embargo, no es replicar la guerra arancelaria de Estados Unidos con una propia. En lugar de tomar represalias con aranceles generalizados sobre las importaciones estadounidenses, India debería aprovechar la oportunidad para que su economía sea más abierta, competitiva y favorable al consumidor. Esto implica reducir nuestros aranceles de importación, especialmente en bienes de consumo, donde la competencia global impulsa una mejor calidad y precios.

Significa firmar acuerdos comerciales que no se limiten a crear alianzas políticas, sino que busquen garantizar medicamentos más baratos, tecnología de vanguardia y mejores precios para los consumidores indios.

Significa reducir drásticamente la burocracia aduanera para que los exportadores indios puedan sobrevivir, no solo a los aranceles estadounidenses, sino también a futuras disrupciones globales. Y lo más importante, significa poner el bienestar del consumidor en el centro de nuestra política comercial, no tratarlo como un efecto secundario.

Si el costo de una guerra comercial es el aumento de precios, la reducción de opciones y la contracción de los mercados, el objetivo de la reforma comercial debe ser el opuesto: mayor acceso, precios más bajos y mayor libertad de elección. India lleva mucho tiempo hablando de convertirse en un centro manufacturero global. Sin embargo, esa ambición quedará inconclusa a menos que construyamos una economía donde productores y consumidores se beneficien de la apertura, no del proteccionismo.

La bomba arancelaria de Trump es un desafío, pero también una oportunidad. En lugar de defenderse, es hora de que India pase a la ofensiva, con políticas que protejan no solo a los productores, sino también a los millones de consumidores que se benefician de un mercado global más libre y justo.

Publicado originalmente aquí

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