A partir del 1 de julio, los vehículos de los residentes de Delhi podrían ser rechazados en las gasolineras, no por impago de cuotas, sino por conducir un vehículo considerado "demasiado viejo". Según una política radical anunciada por la Comisión para la Gestión de la Calidad del Aire (CAQM), a los vehículos de gasolina con más de 15 años de antigüedad y a los vehículos diésel con más de 10 años de antigüedad se les negará el combustible, marcados como Vehículos al Final de su Vida Útil (VFU), independientemente de sus emisiones reales.
El objetivo es limpiar el aire tóxico de Delhi. ¿Pero el resultado? Más confusión, menos opciones y un impacto cuestionable. La norma se aplica mediante una red de cámaras de Reconocimiento Automático de Matrículas (ANPR) en toda la ciudad, instaladas en casi todas las 520 gasolineras de Delhi.
Estas cámaras escanean las matrículas, cotejan los datos del vehículo con la base de datos VAHAN y activan alertas cuando llega un vehículo con exceso de combustible. Se ha instruido a los encargados de la gasolinera a denegar el servicio, y los equipos de control incautarán los vehículos que no cumplan con las normas o los llevarán a los desguaces. Esto no es una reforma ambiental, sino una maniobra política. Una prohibición general basada en la antigüedad, no en las emisiones, perjudica injustamente a los consumidores que han mantenido sus vehículos en buen estado y han cumplido con las normas de contaminación. Un coche diésel de 12 años que apruebe la prueba de Contaminación Bajo Control (PUC) podría contaminar menos que un modelo más nuevo con un mantenimiento deficiente. Sin embargo, bajo este régimen, es el primero el que queda marginado.
Peor aún, el mismo sistema ha marcado 30 lakh vehículos en Delhi sin una PUC válida. Si la aplicación del cumplimiento es tan deficiente, ¿por qué fijarse en la antigüedad del vehículo en lugar de reparar lo que está averiado? Estamos castigando a quienes cumplen las normas mientras dejamos pasar por alto a quienes realmente las infringen. También se ignora el impacto económico. Para muchas familias de clase media y trabajadora, reemplazar un vehículo de 15 o 10 años no solo es un inconveniente, sino también imposible. En una ciudad donde los vehículos eléctricos aún están fuera del alcance de la mayoría y el transporte público está saturado, los vehículos antiguos son herramientas esenciales para la vida diaria.
Esta política equivale a una actualización forzada sin una vía realista para que los consumidores la cumplan. No hay incentivos para la desguace, ofertas de recompra, apoyo transitorio, solo una notificación de denegación de combustible. Estas normas uniformes crean incentivos perversos. Los propietarios pueden empezar a volver a matricular vehículos fuera de la RNC, manipulando el sistema o recurriendo al mercado negro para obtener combustible o documentos. Cuando Venezuela restringió el aire acondicionado durante los apagones, la gente recurrió a soluciones ilegales. Cuando India lanzó el plan de impar-par, acaparó titulares, pero ofreció mínimos beneficios a largo plazo. La gente encuentra maneras de evadir normas que no se ajustan a su estilo de vida. Delhi no es la primera ciudad en lidiar con una crisis de contaminación, y no será la última. Pero nuestra forma de actuar importa.
Países como Japón y Suecia no han prohibido los coches antiguos; han fomentado la transición mediante plazos transparentes, programas de recompra e incentivos fiscales inteligentes. En Alemania, las zonas de bajas emisiones se basan en la potencia de los vehículos, no en límites arbitrarios. Estas políticas funcionan porque se centran en los contaminantes reales, no en la imagen visual. Y no pretendamos que la vigilancia no forme parte de la historia. Con cada cámara de gasolinera conectada a bases de datos centralizadas, estamos automatizando el cumplimiento normativo mediante la monitorización digital sin debate público.
Convertir gasolineras en puestos de control puede parecer una medida inteligente, pero se acerca peligrosamente a la vigilancia rutinaria. ¿En qué momento se utilizará este rastreo de datos más allá de los fines ambientales? Si Delhi se toma en serio la lucha contra la contaminación, debería centrarse en reformas de eficacia demostrada. Aplicar correctamente las normas de la PUC. Ampliar los descuentos para la adopción de vehículos BS-VI o eléctricos. Ofrecer incentivos significativos para la desguace. Utilizar exenciones de peajes o tarificación dinámica de carreteras para impulsar opciones de transporte más limpias. Y, sobre todo, confiar en que los consumidores tomen decisiones informadas cuando se les brindan las herramientas adecuadas.
En el Centro de Elección del Consumidor, creemos que el progreso ambiental no implica despojar a las personas de su libertad. Requiere políticas que empoderen a las personas, recompensen las buenas decisiones y eviten castigar a los ciudadanos que hacen su mejor esfuerzo. El aire limpio es esencial, pero también lo es la equidad del consumidor. Si Delhi desea un cambio duradero, debe liderar con innovación, no con intimidación.
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