Las bebidas SRO falsas exponen un problema real

Cuando un pediatra de Hyderabad se enfrentó a marcas de bebidas multimillonarias por el uso indebido del término "SRO", sonó a una disputa médica. Es mucho más que eso. Es una historia sobre cómo las normas de etiquetado deficientes y los vaivenes regulatorios pueden poner vidas en riesgo, y cómo, en nombre de la "elección del consumidor", las empresas a menudo engañan en lugar de empoderar. A principios de este mes, la Autoridad de Seguridad y Normas Alimentarias de la India (FSSAI) emitió una orden contundente: ninguna empresa de alimentos o bebidas puede utilizar el término "SRO" en nombres de productos, etiquetas o marcas registradas, ni siquiera como prefijo o sufijo.

Para muchos médicos que llevan mucho tiempo luchando contra las bebidas de "hidratación" engañosas, este fue un momento decisivo. Su importancia es sencilla. La auténtica SRO (soluciones de rehidratación oral) salva vidas. Se trata de una mezcla perfectamente equilibrada de glucosa y sales, recomendada por la Organización Mundial de la Salud para tratar la deshidratación, especialmente en niños. Sin embargo, muchas bebidas que se venden bajo la etiqueta "SRO" en farmacias y supermercados de la India contienen hasta diez veces más azúcar que la fórmula de la OMS. En lugar de deshidratar a los niños, estas bebidas pueden agravar la deshidratación, alterar el equilibrio electrolítico y provocar complicaciones potencialmente mortales. Médicos de toda la India lo han comprobado en primera persona.

En el Hospital Sir Ganga Ram de Delhi, un niño de cuatro años llegó peligrosamente deshidratado tras recibir "agua con SRO" durante dos días. Las pruebas mostraron niveles altos de azúcar y bajos de sodio; los padres, sin saberlo, habían usado una bebida azucarada vendida en línea como "sustituto de SRO". En tales casos, la diferencia entre la vida y la muerte se reduce a si los padres pueden confiar en la etiqueta de una botella. Durante años, las empresas se han aprovechado de la ambigüedad regulatoria. Circulares anteriores de la FSSAI permitían a los fabricantes usar "SRO" con prefijos o sufijos si incluían descargos de responsabilidad. Pero estas medidas a medias dejaban espacio para el abuso. Los envases brillantes, el lenguaje médico familiar y la ubicación en los pasillos de las farmacias creaban una ilusión de seguridad. Cuando los padres veían "SRO" en negrita, asumían que era la misma fórmula salvavidas recomendada por los médicos.

No lo fue. Eso es lo que hace que la directiva de octubre de la FSSAI sea tan necesaria como tardía. Sin embargo, al estilo clásico indio, el asunto no tardó en complicarse con trámites burocráticos. Poco después de la orden, el Tribunal Superior de Delhi suspendió temporalmente su implementación tras una petición de JNTL Consumer Health, filial de Johnson & Johnson que vende las populares bebidas "SRO", argumentando que el regulador actuó "precipitadamente" y sin consultar, citando existencias con un valor de hasta 180 millones de rupias. Este tira y afloja legal revela una falla más profunda en la cultura regulatoria de la India: oscilamos entre extremos. O bien el estado hace la vista gorda ante la publicidad engañosa, o bien toma medidas tan bruscas que se desata un caos en el cumplimiento normativo.

Ninguno de estos enfoques beneficia a los consumidores. Lo que India necesita es un sistema que promueva la claridad, no la confusión, donde las marcas puedan innovar sin engañar a los consumidores y los padres puedan confiar en los productos que se venden en sus farmacias locales. Lo que India necesita es una regulación equilibrada e inteligente que promueva la claridad sin sofocar la innovación. En lugar de prohibiciones generalizadas o interminables litigios, existen soluciones prácticas y económicas que pueden marcar la diferencia. Los reguladores deberían implementar un etiquetado transparente, una banda o símbolo de color distintivo, por ejemplo, una franja azul con la inscripción "SRO médica certificada por FSSAI", para ayudar a los consumidores a identificar al instante las soluciones genuinas de grado médico.

Se debería exigir a los supermercados y farmacias que retiren las bebidas azucaradas "hidratantes" de los pasillos médicos y las coloquen en las secciones de bebidas normales. Esta sencilla solución evitaría confusiones sin penalizar a las empresas que fabrican productos legítimos. A continuación, el gobierno debería iniciar campañas nacionales de concienciación, similares a las del sello distintivo BIS o las del lavado de manos, para educar a los padres sobre la diferencia entre las bebidas con SRO aprobadas por la OMS y las bebidas energéticas comerciales. Y en lugar de esperar medidas drásticas, se debería animar a los fabricantes responsables a adoptar un código de conducta voluntario sobre el etiquetado y la comercialización de las SRO, supervisado conjuntamente por la FSSAI.

Eso generaría confianza, reduciría las disputas por cumplimiento y demostraría que la colaboración entre la industria y los reguladores puede proteger la elección del consumidor mejor que las prohibiciones. En esencia, este problema no se trata de prohibir productos. Se trata de la veracidad en el etiquetado. Los consumidores merecen transparencia, especialmente cuando su salud está en juego. Una regulación clara y consistente no solo protege a los pacientes, sino también a los fabricantes responsables que cumplen las normas y venden productos genuinos de grado médico. Cuando los malos actores explotan las zonas grises, todos pagan el precio; los consumidores pierden la confianza y la confianza pública se erosiona. Proteger a los consumidores de etiquetas engañosas no debería ser controvertido, es el mínimo indispensable que un sistema regulatorio funcional debe garantizar. Los niños de la India merecen algo mejor que atajos azucarados disfrazados de medicina. Garantizar que "SRO" signifique lo que dice no es solo una buena regulación; es sentido común.

Publicado originalmente aquí

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