Pasaporte electrónico: paternalismo empaquetado en un chip

India finalmente se une a la carrera por la identidad digital con la implementación nacional de pasaportes electrónicos con chip. Ya se han emitido más de 20,000 en Tamil Nadu, y 13 ciudades están listas para implementarlos. El gobierno promete una inmigración más rápida, mayor seguridad de datos y una experiencia de viaje más fluida. Pero tras la atractiva presentación de la conveniencia digital se esconde una preocupación mayor: privacidad sin protección e innovación sin supervisión. El pasaporte electrónico puede ser la reforma tecnológica más impactante de India desde Aadhaar, pero corre el riesgo de repetir los mismos errores a menos que los derechos del consumidor se integren en su esencia. Una vez almacenados, los datos biométricos son difíciles de contener. Un chip que contenga las huellas dactilares, el escaneo del iris y los datos de reconocimiento facial podría agilizar el proceso de inmigración.

Sin embargo, también podría dar lugar a la vigilancia gubernamental, el uso indebido e incluso la exclusión. No olvidemos lo ocurrido con el programa gubernamental Aadhaar. Introducido en 2009 como un sistema de identificación biométrica voluntaria para mejorar la prestación de asistencia social y eliminar la duplicación de beneficiarios, rápidamente se convirtió en un requisito de facto para todo, desde cuentas bancarias hasta raciones. Si bien la intención era la inclusión, la realidad fue mucho más compleja. En 2018, una importante investigación reveló que los datos de Aadhaar de más de mil millones de ciudadanos supuestamente se vendían en línea por tan solo 500 rupias.

Peor aún, las discrepancias biométricas, especialmente entre las personas de bajos recursos, las personas mayores y las personas con discapacidad, llevaron a que a millones de personas se les negaran servicios esenciales como pensiones y subsidios alimentarios. Lo que comenzó como un puente digital se convirtió en una barrera para muchos. Con los pasaportes electrónicos, corremos el riesgo de seguir un camino similar a menos que se implementen sólidas garantías legales desde el principio. Lo que falta es claridad sobre cómo se almacenarán estos datos biométricos, quién tendrá acceso a ellos y bajo qué circunstancias. ¿Habrá supervisión independiente? ¿Pueden los consumidores ver cuándo y por qué se accede a sus datos?

¿Qué ocurre si el chip falla o, peor aún, se clona? La conferencia de hackers del Chaos Computer Club de Alemania demostró cómo los chips RFID de los pasaportes biométricos pueden copiarse y falsificarse, una seria señal de alerta para cualquier país que busque expandirse sin precaución. El historial de India en materia de protección de datos no inspira confianza. La recién promulgada Ley de Protección de Datos Personales Digitales (DTP) falla en lo que más importa: la supervisión independiente, la transparencia y el control del consumidor. Centraliza demasiado poder en el gobierno, carece de un organismo de aplicación sólido y no garantiza que los ciudadanos puedan rastrear o impugnar el acceso a sus datos. Es un marco que exige confianza, pero no ofrece rendición de cuentas a cambio.

Esto es especialmente preocupante, ya que India aspira a liderar la economía digital. La confianza digital no se construye solo con legislación, sino que se gana mediante sistemas que otorgan a los usuarios el control. Estonia ofrece un ejemplo contundente: su ecosistema de identificación digital se basa en el almacenamiento descentralizado de datos, registros de acceso en tiempo real y el consentimiento gestionado por el usuario. Cuando las personas pueden ver quién accedió a sus datos y revocar dicho acceso si es necesario, la confianza surge. Ese es el estándar que India debería perseguir: no solo comodidad, sino un control real en manos de los consumidores. India debe seguir ese ejemplo. Esto debería incluir datos biométricos encriptados, opciones de almacenamiento descentralizado o fuera de línea para reducir los riesgos de ciberseguridad, registros de auditoría en tiempo real, opciones de exclusión voluntaria de los consumidores y mecanismos de reparación rápidos en caso de errores. Cualquier otra medida corre el riesgo de convertir una reforma prometedora en una responsabilidad por la privacidad.

También existe un factor competitivo. Si India desea atraer talento tecnológico e inversión de primer nivel, debe garantizar que su infraestructura digital respete los derechos individuales. De lo contrario, los innovadores se lo pensarán dos veces antes de incorporarse a un sistema que ofrece vigilancia tanto como servicio. El mercado único digital de la UE y el ecosistema de la nube estadounidense prosperan no solo por su escala, sino también por la confianza del usuario. Un chip en un pasaporte puede parecer insignificante, pero el precedente que sienta moldeará el enfoque de India hacia la identidad digital en las próximas décadas. La modernización debe empoderar, no supervisar. Una India verdaderamente digital debe priorizar a los consumidores, con la privacidad no como una compensación, sino como un punto de partida. Porque la comodidad sin consentimiento no es progreso. Es paternalismo, empaquetado en un chip.

Publicado originalmente aquí

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