Para hacer frente al cambio climático, la Unión Europea ha decidido volverse completamente orgánico. La agricultura verde de Europa, descrita en la estrategia Farm to Fork (F2F), busca reducir el uso de pesticidas en un 50% por ciento. Eso se ve muy amigable con el clima y revolucionario en el papel. En realidad, el F2F es extremadamente costoso y no ayudará a salvar el planeta.
EE. UU. debería ver el F2F de la UE como una lección sobre cómo no abordar la agricultura en el siglo XXI.
Los pesticidas son una herramienta fundamental para combatir plagas y enfermedades que pueden diezmar los cultivos. Se dividen en las siguientes categorías: herbicidas, que protegen de las 30 000 especies de malezas que privan a los cultivos de espacio, agua, luz solar y nutrientes del suelo; insecticidas, que defienden contra 10.000 especies herbívoras; y fungicidas, que se utilizan para prevenir 50.000 enfermedades de las plantas, como la contaminación por micotoxinas.
Limitar el uso de pesticidas limitará la capacidad de los agricultores para maximizar la producción de alimentos, lo que reducirá el suministro de alimentos y aumentará los precios de los alimentos. Según un estudio reciente realizado por científicos holandeses, producción disminuirá en 10 a 20%, o en algunos casos 30%.
Además, la UE intentará imponer esta agenda al resto del mundo. Si eso sucediera, alrededor de 185 millones de personas convertirse en inseguridad alimentaria.
Además de eso, la agricultura orgánica difícilmente es amigable con el clima. Para nombrar un ejemplo, un estudio sueco internacional de 2018 publicado en el diario Naturaleza descubrió que los guisantes orgánicos, cultivados en Suecia, tienen un impacto climático alrededor de 50% mayor que los guisantes cultivados convencionalmente.
Hasta ahora, Estados Unidos se ha opuesto a la estrategia Farm to Fork, calificándola de “proteccionista”. Sin embargo, con la reciente lanzar de una plataforma transatlántica UE-EE.UU. sobre agricultura, no está claro qué enfoque logrará dar forma al discurso. Es crucial que EE. UU. no siga el ejemplo verde defectuoso de la UE.
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