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Mercado Único Digital

Nuevas regulaciones digitales: lo bueno y lo malo

El mes pasado, la Comisión Europea presentó la Ley de Servicios Digitales (DSA) y la Ley de Mercados Digitales. El marco regulatorio que se ha elaborado durante mucho tiempo tiene como objetivo prevenir y castigar los comportamientos anticompetitivos en las plataformas digitales, en particular, aquellas con al menos 45 millones de usuarios.

Aunque la introducción de estas nuevas regulaciones como tal fue un momento histórico para la política digital de la UE, la naturaleza misma de este nuevo enfoque es punitiva y sus consecuencias no deseadas podrían frenar la innovación en lugar de mejorarla.

El objetivo de la Comisión Europea de mantener a raya a los grandes gigantes tecnológicos se hizo evidente hace mucho tiempo cuando comenzaron a desarrollarse las investigaciones antimonopolio en Facebook y Amazon. La caza de brujas tras las acciones anticompetitivas ha sido el resultado del desconocimiento de la Unión Europea sobre estas nuevas plataformas y cómo operan sus cadenas de suministro.

Por ejemplo, utilizando su cuenta de Twitter, el eurodiputado holandés Paul Tang clasificó el voto del Parlamento Europeo en contra de la publicidad dirigida como un "victoria", y agregó que “Vemos que las grandes tecnologías continúan expandiendo su poder de mercado al considerar los datos personales como una mercancía. Además de interferir con nuestra privacidad, este modelo de ingresos no es saludable y es repugnante para Internet”. Estos remedios políticos terminarían siendo perjudiciales tanto para los consumidores como para las pequeñas empresas, y debilitarían el sector tecnológico enormemente innovador que proporciona valor a los usuarios de toda Europa.

La Ley de Mercados Digitales introdujo una serie de restricciones ex ante que indicarán a las grandes plataformas cómo comportarse y al introducir una nueva herramienta de competencia.

Se deben considerar varios factores para que estos desarrollos sean justos y menos dañinos de lo que pueden ser. Primero, las regulaciones ex antre deben limitarse a las grandes plataformas en línea que califican como guardianes y no deben discriminar entre ellas. Sin embargo, considerando que el mundo de la tecnología está en constante evolución y la economía como tal va a cambiar, es crucial que las regulaciones ex ante sean concisas, directas y flexibles.

Un enfoque inteligente, y el que defendemos, sería lograr un equilibrio entre la necesidad de salvaguardar la competencia y permanecer lo suficientemente liberal como para no bloquear la innovación. Un código de conducta que establezca prácticas específicas en la lista negra sin hacer que los costos de cumplimiento sean excesivamente altos para los guardianes y preservar la elección del consumidor podría ser lo más cerca que podamos llegar a un compromiso.

El retraso digital de la Unión Europea es bien conocido, y si frenamos aún más nuestra economía digital, podríamos encontrarnos al final de la cola para el bienestar económico. La narrativa clave de la reforma digital de la UE no debería ser "castiguemos a las grandes tecnológicas por su éxito", sino "creemos las condiciones favorables para las empresas más pequeñas". Otorgar a la Comisión poderes de investigación a gran escala sería una medida extremadamente peligrosa que probablemente solo aumentará la cantidad de costosos procedimientos antimonopolio sin impulsar la innovación.

Aunque la transparencia es igualmente importante, sus objetivos no deberían llevarnos más allá de los límites. El hecho mismo de que las plataformas digitales aporten valor a los europeos es una clara indicación de que hacen algo bien, y eso debería ser suficiente para que la Comisión forme su juicio. La demanda inigualable de servicios digitales, incluidos los proporcionados por la gran tecnología, habla por sí sola.

La mejor manera de abordar el marco digital recién presentado es ser realista acerca de sus consecuencias no deseadas. Nuestro objetivo debe ser la innovación, no el castigo.

Publicado originalmente aquí.

Seamos realistas con las nuevas regulaciones digitales

La Comisión Europea presentará hoy un marco regulatorio que determinará el futuro de la economía digital europea en los próximos años.

Tanto la Ley de Servicios Digitales (DSA) como la Ley de Mercados Digitales tienen como objetivo prevenir y castigar los comportamientos anticompetitivos en las plataformas digitales, en particular, aquellas con al menos 45 millones de usuarios. Si bien ese es un momento histórico para la política digital de la UE, se espera que la naturaleza misma de estas nuevas regulaciones sea punitiva y sus consecuencias no deseadas podrían frenar la innovación en lugar de mejorarla.

El objetivo de la Comisión Europea de mantener a raya a los grandes gigantes tecnológicos se hizo evidente hace mucho tiempo cuando comenzaron a desarrollarse las investigaciones antimonopolio en Facebook y Amazon. La caza de brujas tras las acciones anticompetitivas ha sido el resultado del desconocimiento de la Unión Europea sobre estas nuevas plataformas y cómo operan sus cadenas de suministro.

La Ley de Mercados Digitales intentará resolver este problema a través de una serie de restricciones ex ante que indicarán a las grandes plataformas cómo comportarse y mediante la introducción de una nueva herramienta de competencia.

Se deben considerar varios factores para que estos desarrollos sean justos y menos dañinos de lo que parece a primera vista. Primero, las regulaciones ex ante deben limitarse a las grandes plataformas en línea que califican como guardianes y no deben discriminar entre ellas. Sin embargo, teniendo en cuenta que el mundo de la tecnología está en constante evolución y la economía como tal va a cambiar, es crucial que las regulaciones ex ante sean concisas, directas y flexibles.

Un enfoque inteligente sería lograr un equilibrio entre la necesidad de salvaguardar la competencia y permanecer lo suficientemente liberal como para no bloquear la innovación. Un código de conducta que establezca prácticas específicas en la lista negra sin hacer que los costos de cumplimiento sean excesivamente altos para los guardianes y preservar la elección del consumidor podría ser lo más cerca que podamos llegar a un compromiso.

El retraso digital de la Unión Europea es bien conocido, y si frenamos aún más nuestra economía digital, podríamos encontrarnos al final de la cola para el bienestar económico. La narrativa clave de la reforma digital de la UE no debería ser "castiguemos a las grandes tecnológicas por su éxito", sino "creemos las condiciones favorables para las empresas más pequeñas". Otorgar a la Comisión poderes de investigación a gran escala sería una medida extremadamente peligrosa que probablemente solo aumentará la cantidad de costosos procedimientos antimonopolio sin impulsar la innovación.

Contrariamente a la creencia generalizada, los bloqueos son con demasiada frecuencia una elección consciente realizada por los consumidores en ausencia de una alternativa viable. Por lo tanto, deberíamos facilitar la entrada de las pequeñas empresas y que las existentes operen en igualdad de condiciones con las más exitosas. Necesitamos un mercado único digital que pueda satisfacer las necesidades de
consumidores europeos sin ninguna interferencia externa.

Aunque la transparencia es igualmente importante, sus objetivos no deberían llevarnos más allá de los límites y convertir a la Comisión en un tribunal de honestidad. El hecho mismo de que las plataformas digitales aporten valor a los europeos es una clara indicación de que hacen algo bien, y eso debería ser suficiente para que la Comisión forme su juicio. La demanda inigualable de servicios digitales, incluidos los proporcionados por la gran tecnología, habla por sí sola.

La mejor manera de abordar la presentación de hoy del nuevo marco digital es ser realista acerca de sus consecuencias no deseadas. Nuestro objetivo debe ser la innovación, no el castigo.

Publicado originalmente aquí.

Nota para la Comisión Europea: no es necesaria una nueva herramienta de competencia

Dado que la Comisión Europea está tratando de introducir una nueva herramienta de competencia para manejar mejor los problemas del mercado relacionados con las plataformas digitales, existe una necesidad urgente de proporcionar una perspectiva pro-consumidor y pro-innovación sobre el asunto. Nosotros, en Consumer Choice Center, creemos que modificar la legislación antimonopolio existente (artículos 101 y 102 del Tratado de la UE) no debe verse como el objetivo en sí mismo. En cambio, la Comisión debería considerar los problemas subyacentes que afectan las condiciones que conducen al comportamiento anticompetitivo en el mercado digital. 

Para que el mercado asegure el resultado más eficiente, la competencia debe ser justa para que todas las partes respectivas puedan competir en condiciones justas. Si bien las leyes antimonopolio desempeñan un papel importante en la protección de la competencia, no deben verse como una panacea. En cambio, el objetivo debe ser crear y mantener un marco que no elija ganadores y perdedores, sino que proteja los derechos de propiedad intelectual, mantenga los impuestos bajos para fomentar los rendimientos, limite la barrera de entrada y facilite la inversión.

Hay muchas leyes obsoletas en la UE que hacen que sea una carga crear servicios digitales nuevos e innovadores antes de que lleguen al mercado. Un ejemplo es la falta de una licencia a escala europea para los servicios audiovisuales, lo que obliga a los proveedores de servicios a presentar una solicitud en todos los Estados miembros si quieren mostrar su contenido. Es lo mismo para la mayoría de los otros servicios digitales en la UE, incluida la transmisión de música o la recopilación de noticias.

La monopolización anticompetitiva en la que un actor del mercado puede adquirir rápidamente cuotas de mercado debido a su capacidad para poner a los competidores en desventaja en el mercado de manera desleal es probablemente uno de los factores más importantes que obstaculizan la competencia. Sin embargo, lo crucial aquí no es el dominio de un jugador sino el hecho de que recurran a prácticas de competencia desleal para impactar el comportamiento de otros jugadores. Un tema que requiere más atención por parte de los reguladores es que la noción de “competencia desleal” brinda mucha discreción que a menudo conduce a evaluaciones engañosas y procedimientos antimonopolio injustificados. Los mecanismos para determinar qué es “competencia desleal” tienen que ser más específicos.

En términos de mercados altamente concentrados donde solo uno o pocos jugadores están presentes, lo que permite alinear su comportamiento de mercado, la solución es una vez más liberalizar el mercado digital para que tal situación no ocurra en primer lugar. 

En nuestra opinión, los remedios no estructurales, como la obligación de abstenerse de ciertos comportamientos comerciales, serían los más efectivos. La obligación de abstenerse de utilizar prácticas comerciales desleales, especialmente aquellas que conducen a la monopolización anticompetitiva, es crucial. Las empresas deben ser conscientes de las consecuencias de participar en prácticas desleales y estar obligadas a cumplir. La noción de obligación está vinculada a la responsabilidad personal o empresarial, mientras que las prohibiciones tienen un carácter preventivo y prohibitivo. Las prohibiciones alterarían el comportamiento de las empresas: se verían incentivadas principalmente para evitar la sanción en lugar de cumplir con las reglas.

Las normas antimonopolio existentes no discriminan entre varios sectores de la economía y no es necesario establecer normas específicas para el mercado digital. Las reglas antimonopolio deben ser las mismas para que todos los sectores de la economía sean efectivos. Desafortunadamente, la legislación antimonopolio específica del sector solo agregará más confusión y dificultará que las nuevas empresas entiendan las nuevas regulaciones. Es muy difícil trazar una línea clara entre todos los sectores, sobre todo porque el futuro de la innovación es incierto y simplemente no podemos predecir qué nuevos negocios surgirán. En el espíritu del estado de derecho, las reglas deben ser unificadas.

En conclusión, no hay necesidad de una nueva herramienta de competencia. Los procedimientos antimonopolio son costosos y expulsan a las empresas del mercado. En su lugar, deberíamos liberalizar el mercado único digital europeo para facilitar la entrada de las pequeñas empresas y que las existentes operen en igualdad de condiciones con las más exitosas, y eso garantizará que no haya posibilidad de que un solo actor monopolice la oferta de servicios digitales.

Por Maria Chaplia, Asociada de Asuntos Europeos en el Centro de Elección del Consumidor

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